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—Bastian... —Adrian abrió la puerta, y se paralizó cuando vio a su hermano mayor—. ¿Bastian, qué ocurre? —se acercó a él, y se sentó a su lado.

El mayor de los príncipes lucía abatido.

—Estoy preocupado —logró decir, después de un largo silencio.

—¿Por Alyssa?

—Todavía no despierta. ¿Y si cuando despierte es demasiado tarde?

Adrian suspiró, y miró la pantalla que le mostraban los cristales.

El pequeño dragón guía, Syd, cuidaba a su hermana mayor. Su rostro lucía tranquilo, y sin señales de despertar pronto.

—Es Alyssa —dijo Adrian, regresando la mirada a Bastian—. Ella logrará cumplir la misión, no importa el tiempo que le quede.

—Gracias por tratar de tranquilizarme, pero no puedes estar tan seguro. Dioses, realmente he arruinado todo.

—Bastian...

—Por mi culpa, Alyssa se puso en peligro —lo interrumpió—. Jamás debí aceptar que hiciera esto. Debimos buscar otra solución. Tenía que haber otra solución. Tenías razón, Adrian, esto es una locura. Debiste decírselo a padre para que nos detuviera.

Adrian suspiró.

—Deja de pensar de esa manera. Ya no hay nada que se pueda hacer. No puedes regresar al pasado y cambiar las cosas. ¿No recuerdas lo que dijo Alyssa? Ella tomó su decisión. Si no hubiera querido, te lo hubiera dicho.

Adrian colocó un brazo sobre la espalda de su hermano mayor, y apoyó la mejilla en su hombro.

—¿Por qué no descansas un poco? —propuso—. Yo puedo quedarme a ver todo lo que está ocurriendo, te llamaría si algo ocurre.

Bastian sacudió la cabeza.

—Si voy a descansar, solo pensaré en Ian. No puedo hacerlo.

—¿Y si lo visitas? Sería algo corto.

—No puedo visitarlo en esta situación —Bastian se rio—. De alguna manera estaría faltando el trato con padre, y si voy a Londrard... no querré volver. Me conozco como para saberlo. Además, los portales al otro mundo consumen el doble de energía que los portales normales. Y no puedo hacerle esto a Alyssa. Debo estar para ella.

—Bien —aceptó Adrian, sin insistir—. Entonces, ¿qué tal si te acompaño?

Bastian le sonrió, y asintió.

—Me sentiría mucho mejor —se levantó del sillón, y se sentó de nuevo en la silla de cuero negro de detrás del escritorio.





Abrió los ojos, dolorida.

Debo dejar de hacer esto. No es gracioso.

Se sentó en la cama en la que se encontraba, y se dio cuenta que no conocía el lugar.

No se encontraba nadie a su alrededor.

—Oh, despertó—volteó a ver, y observó cómo entraba a la habitación un médico, con su usual traje blanco—. Veo que se encuentra mejor.

Solo podía decir una cosa del médico: Era guapísimo.

Era muy alto, de piel oscura, los ojos grises característicos de Cier, y esbelto.

La gente podía decir todo lo que quisiera sobre su hermano mayor, pero a ojos de Alyssa, el doctor frente a ella era mucho más guapo.

—¡Mi señora! —Syd lloriqueó, apareciendo detrás de él, y se estrelló contra ella.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora