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Luego de despedirse de Hearth, se dirigió a la posada donde había dejado a Bonnie, y afortunadamente el dueño no la había vendido. Le dejó unas cuantas monedas más por mantenerla bien cuidada, y salió de Cier lo más pronto posible.

—Nuestra próxima parada es Arsa, ¿cierto?

—Efectivamente, mi señora. Hacia las montañas del sur—ella asintió.

Si no descansaba en el próximo día, lograría llegar a Arsa a tiempo. Suponiendo que encontrar al fénix azul que nadie había visto en cientos de años no le quitara más de un día y medio, y suponiendo que no se desmayara, otra vez, podría viajar a Dreil lo más rápido posible, y escabullirse por la tierra de los gigantes.

El único problema con su plan era que sabía que no sería así ni de chiste. Y aunque lo fuera, desplazarse de Dreil a Kannos eran al menos cinco días, sin descansos de ningún tipo.

Se comenzaba a preguntar por qué habían planeado así su recorrido.

—Syd, cuéntame del fénix azul—le pidió, para tener su mente ocupada antes de llenarse de pensamientos negativos. Había aprendido de buena fe que no era bueno centrarse únicamente en lo malo.

—¡Por supuesto, mi señora! —contestó, emocionado, y adoptó su mejor voz de narrador—. Cuando la santa del sol creó al fénix común, estaba muy feliz con su nueva mascota y la llamó Sul. Pero sentía que faltaba algo, así que hizo un trato con la santa de la luna, y ésta creó el fénix azul, bajo una sola condición: Solo existiría ese y ningún otro fénix en su tipo, pues solo lo creaba por complacer a su vieja y adorada amiga. La santa del sol aceptó con alegría, y juntó a ambos fénix para que fueran amigos. Se dice que ambos fénix siempre hacían dos recorridos juntos: El ocaso y el alba. Donde sus dueñas podían encontrarse también. Las historias dicen que era un espectáculo sin precedentes. Sin embargo, Sul falleció repentinamente, y no pudo renacer nunca más. La santa del sol se encontraba muy triste por la pérdida de su primera compañera, y creó muchas más para no volver a sentirse sola. Sin embargo, Lun, como había llamado la santa de la luna al fénix azul en honor a ella, no pudo olvidar a su vieja amiga, y desapareció, para no ser visto jamás. Los rumores cuentan que ni siquiera su propia dueña sabe dónde se ha metido.

—¿Y qué sobre las plumas?

—Ah, se dice mucho sobre ellas. Nadie sabe con certeza cierta cuál es su verdadera función, pero se dice que, si uno poseía una pluma de Sul, obtenía ferocidad y valentía, al obtener la pluma de Lun obtendrían gran claridad y serenidad.

—Ellos se complementaban...—murmuró.

—Así es—Syd sonrió.

Siguieron su camino.





Alyssa bostezó, y parpadeó, tratando de mantenerse despierta. Se encontraba muy cansada.

—Mi señora.

—¿Sí? —contestó, soñolienta.

—Su alteza el príncipe Bastian me dijo que le comunicara algo.

—¿En serio? —se detuvo, y miró a Syd, con una ceja enarcada.

—Sí. Su alteza dice lo siguiente —carraspeó—: Descansa un poco antes de que tengas un accidente —dijo, imitando la voz de Bastian.

—Estoy en perfectas condiciones —dijo, algo ofendida, pues creía que su hermano le diría algo más importante.

—El príncipe Bastian dice que no sea necia, y que descanse por al menos una hora.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora