𝕏𝕃

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Adrian decidió que lo mejor era olvidar todo, concentrándose únicamente en la coronación de su hermana.

Se encargó personalmente de la confección de su vestido, junto a la ayuda de los muchachos en Litz.

En el palacio nadie mencionaba lo ocurrido con Lucio, y presentía que era mejor así.

Sus padres habían decidido viajar a Dreil, donde residía Damen, pero no habían recibido noticias de ellos.

Todos se encontraban ocupados en sus propios asuntos, incluso Bastian, quien parecía estar organizando todo para marcharse al mundo de su novio apenas todo terminase.

Todo estaba bien.





Los días pasaron volando.

O al menos Alyssa lo sentía así.

Cuando menos se lo había esperado, ya se encontraba siendo asistida por varias mujeres, y solo podía mirarse en el espejo, preguntándose una y otra vez si en serio estaba ocurriendo.

La marca del collar de perlas se encontraba a simple vista, y de alguna manera, se las había arreglado para que todas las marcas de su misión estuvieran al alcance del ojo.

Alyssa sentía que muchos no creerían adecuado que su vestido de coronación tuviera una abertura en la falda para que se pueda ver la marca en su tobillo, pero Adrian había sido muy claro en que no se había pasado un mes cerca de la muerte para no presumir lo que había logrado.

Alyssa adoraba su vestido.

Tocaron la puerta, y cuando volteó, su padre entraba a la habitación, pidiendo que los dejaran solos.

—¿Ocurre algo? —preguntó Alyssa, con algo de miedo.

Su padre sacudió su cabeza, y sonrió.

Alyssa nunca había visto a su padre sonreírle de ese modo, y una parte de ella no sabía cómo sentirse al respecto.

—No te lo había dicho antes por todo lo que estaba ocurriendo, y sé que no soy muy confiable, pero sé que serás una gran Reina, Alyssa. Nunca será suficiente disculparme por no darme cuenta de tu valor antes, pero quiero que sepas que jamás dudaré de ti y las decisiones que tomes. Harás lo que ni tu padre ni tu abuelo pudieron hacer. Te apoyaré en todo lo que necesites, si de algo sirve mi apoyo, por supuesto.

—¿Lo dices en serio? —era un poco increíble escuchar algo como eso.

Su padre sonrió.

—Lo digo en serio. Aunque mi palabra no sirva de mucho, estoy orgulloso de ti, Alyssa. Eres mucho mejor de lo que yo he sido alguna vez—tuvo que respirar profundo, y no pudo evitar lanzarse a los brazos de su padre.

Ella no tenía idea lo feliz que le harían esas palabras.

Alguien más entró a la habitación, por lo que Alyssa se separó de su padre.

Clarissa les regalaba una sonrisa brillante.

—Pronto tenemos que ir —dijo, acercándose al tocador.

—Lo sé, solo estábamos hablando.

La Reina Madre se acercó a su hija, y acarició su cabello.

—Estás preciosa en este día.

—Gracias —Alyssa sonrió, con suavidad.

—Sin embargo, faltan unas cositas.

Alyssa frunció el ceño, pero su madre no le prestó atención.

La Guía para Príncipes y Princesas sobre el Amor y la ToleranciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora