Enamorándome del nerd (o Un disléxico enamorado)

XXV. Catalejo lacado

Todos tenemos una muerte ¿comprendéis? Nos acompaña a todas partes, durante toda la vida, sin alejarse de nuestro lado.
(El catalejo lacado, Philip Pullman)

Gabriel no dejaba de mirar insistentemente a Axel, pero éste no volteaba.

Moría de ganas por extender su mano esos simples centímetros que los separaban y acariciar tu rostro, tomar su mano o tirar suavemente de su cabello. Pero no podía hacer nada de esto, porque los demás se preguntarían por qué... Y todavía no estaba listo para gritarle a todos que era gay y Axel era su novio.

«Dios, soy un cobarde. Me merezco que esté molesto conmigo. Incluso que quiera terminar...»

Y de sólo pensarlo, dolía. Pero Axel no haría algo así, ¿verdad?

—Bueno —Karen, o al menos Gabriel creía que la chica se llamaba así, comenzó; ella era la segunda en presentar un proyecto hoy. Ella usaba unos ajustados jeans grises y una enorme sudadera holgada de color negro que cubría gran parte de sus muslos. No se veía muy femenina, pero algo en ella hizo que Gabriel pudiera atención—, el texto en el cual voy a basar mi proyecto es la novela El catalejo lacado, del auto Philip Pullman. Es el tercer tomo de una serie llamada "Materia oscura". Pero en realidad no voy a hablar de la historia en general ni de toda la novela, sólo quiero centrarme en la idea que nos presentan de la muerte.

«Hay una parte donde la protagonista, Lyra, necesita ir al mundo de los muertos y para esto se acerca a un grupo de personas. Cada uno de ellos tiene a su propia muerte. Y así se lo explican a la niña. Las muertes están a sólo unos metros de ellos, pues desde que nacemos vienen a este mundo con nosotros; guardan su distancia, hasta que llega nuestro momento de morir. Entonces, según ellos, nuestra muerte nos dará un golpecito en el hombro y nos acompañará al lago del que muchas culturas hablan que se tiene que cruzar para ir al otro mundo...

“Tu muerte te da unos golpecitos en el hombro, o te toma de la mano, y dice, ven conmigo,ha llegado el momento. Puede ocurrir cuando has contraído una fiebre, o cuando te ahogas con un trozo de pan seco, o cuando te caes de un edificio alto; en medio de tu dolor y de tu angustia, tu muerte se acerca y te dice amablemente, tranquilízate, criatura, ven conmigo. Te vas con ella en un barco que atraviesa el lago y se pierde en la neblina. Nadie sabe lo que ocurre allí, porque nadie ha regresado nunca de ese lugar.”

Gabriel la escuchaba con atención, incluso cuando no estaba dando su opinión aún, sólo estaba contando la historia. Era muy interesante lo que decía, tanto que hasta olvidó su problema con Axel. Según los personajes de la historia ellos preferían ver a su muerte, saber dónde estaba siempre y no estarse preocupando por ella... Él hizo una mueca. Quizá era cobarde de su parte, pero él no quería ver a su muerte; contrario a los personajes de la novela, a él le daría miedo tener a su muerte dando cada paso con él, probablemente no podría olvidar ni un sólo segundo que un día iba a morir, que su tiempo era contado y que podría ocurrir en cualquier momento.

—Según esto —siguió diciendo Karen—, aun cuando nuestra muerte sea "invisible" sigue aquí cerca de nosotros siempre, simplemente esperando y ocultándose por nuestro propio bien; porque no estamos acostumbrados a verla, pero sigue ahí. Y todo esto me hizo pensar en la muerte no de las personas, sino de los momentos y de las relaciones.

«¡No!», Gabriel quería gritarle. Porque lo último de lo que él quería saber en este momento era de la muerte de la relaciones, no cuando tenía miedo de lo poco seguro que era su propio noviazgo ahora mismo. Pero por supuesto que Karen no sabía esto y, aunque lo supiera, no tenía por qué preocuparse por él y su estabilidad emocional.