XXVI. No te rindas

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No te rindas, aún estás a tiempo de alcanzar y comenzar de nuevo, aceptar tus sombras, enterrar tus miedos, liberar el lastre, retomar el vuelo.
(“No te rindas”, Mario Benedetti)

[Nota: este capítulo tiene faltas ortográficas (de Gabe) a propósito]

Axel estaba leyendo el poema que les habían encargado para la siguiente clase, mientras esperaba a que Gabriel saliera del Instituto.

“No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje, perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.”

No había podido dejar de pensar en lo sucedido en la mañana durante cada minuto de cada clase. Quizá había sobrerreaccionado. Él ya sabía desde antes –cuando aceptó ayudarlo y, después, cuando decidió ser su novio– que no estaba listo para hacer pública su relación, que sus amigos no sabían que era gay... Así que no debería haberse molestado tanto como lo hizo.

Pero es que... ¿Qué hace uno cuando más que molestia es dolor? ¿Te ha pasado que las personas crean que te molestaste cuando en realidad hirieron tus sentimientos? ¿Cuando te piden perdón por hacerte enojar y el único que necesita una disculpa es tu corazón?

Pff. Axel dejó de leer el poema de Benedetti y decidió que lo mejor era ir él mismo a buscarlo. Si seguía con sus amigos, simplemente le daría espacio y le llamaría después...de cualquier manera debía contarle sobre el poema.

Se detuvo cuando vio lo venir, acompañado de Sonia –su exnovia que, aparentemente, no era una bruja maldita; lo que hacía difícil querer odiarla– y sus amigos. Y eso no fue lo que lo hizo detenerse, en realidad fue cuando vio a Sarah y a Karen –¿y desde cuándo ellas se hablaban?– caminar hacia Gabriel.

Axel sintió tensarse todo su cuerpo. «No puede ser». Obviamente Gabriel no quería ser visto por sus amigos acompañado de nerds de su clase de Literatura. Estaba por correr hacia ellos e inventar algo cuando Gabriel las vio y asintió hacia ellas. Uno de los amigos bromeó con que “No sólo una, ¡ahora vas por dos, campeón!” lo que provocó en Gabriel una sonrisa que Axel quería creer que era incómoda.

Pero entonces Gabriel caminó hacia ellas y juntos se dirigieron hacia la salida.

Aparentemente el problema no era ser visto con un nerd, sino que ese nerd fuera él.

¿Y desde cuándo Gabriel era amigo de ellas?

¿Es que su enojo lo molestó tanto que ahora ya no quería ni siquiera su ayuda con las clases y buscó a alguien más?

Axel se quedó ahí, como un idiota, hasta que su mirada se encontró con la de Sonia que parecía preguntar “¿Estás bien?”.

Él asintió de mala gana y se fue a su casa. «No te rindas», decía Benedetti; pero a veces no es tan fácil.

* * * * *

Fueron a la casa de Karen porque ella era quien tenía, por ahí en alguna parte, los primeros ejercicios de su hermano para la dislexia.

Gabriel llevaba todo el día escribiendo y borrando mensajes para Axel que no se atrevía a enviar. No sabía cómo disculparse, cuando todavía no se creía listo para decirle a todos que estaba enamorado de él.

¿Cómo ignorar que la reacción de sus amigos habría sido completamente diferente si en vez de irse "como un campeón" con dos chicas se hubiera ido con su novio?

Enamorándome del nerd (o Un disléxico enamorado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora