X. Los amantes mariposa

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Eran sus dos almas que por fin eran libres para estar juntas por toda la eternidad.
(“Los amantes mariposa”, leyenda china)


[Unas semanas después]

—¿Estás bien? —Axel preguntó, mientras se quitaba los zapatos para subirse a su cama. Se quitó también la sudadera que llevaba porque empezaba a hacer calor y el movimiento provocó que su camiseta se subiera un poco, dejando ver una franja de piel pálida que atrajó la atención de Gabriel.

—¡Hey! —Axel se rio y tronó los dedos frente a él—. ¿Me estás escuchando? —se dejó caer en la cama por fin y empezó a buscar en su móvil el texto para la clase del lunes.

—S-sí —Gabriel evitó su mirada y humedeció sus labios, de repente los sintió secos, igual que su garganta seca y había una sensación extraña corriendo por su piel, danzando como electricidad que subiera y bajara por todo su cuerpo. Y las malditas mariposas que eran cada vez más recurrentes en estas últimas semanas.

El ceño de Axel se frunció, sin que apartara la vista de su móvil, pero sus labios se curvaron divertidos. —¿Sí estás bien o sí me estás escuchando?

El suspiro de Gabriel se atoró en su garganta y hubo un sonido extraño que por fin hizo mirar a Axel. —Sí estoy bien y sí te escucho —él se sentó también en la cama, aunque en la orilla—. Es sólo que... —era sólo que estaba nervioso porque la evaluación del primer bimestre de la materia se acercaba y la profesora les había pedido hablar de un texto que a cada uno le gustara mucho, algo especial para ellos. Ella había sido muy clara: “A mí no me interesa y de nada me sirve que memoricen nombres autores y sus obras o en qué año fueron escritas. Yo quiero que lean, que escriban, ¡que se expresen! Y no me importa si es un cuento, un poema, una leyenda, un libro o incluso una saga o serie. Simplemente quiero que me demuestren que lo leyeron y lo sintieron lo suficiente para compartirlo conmigo y sus compañeros. Tampoco me importa el tipo de historia o subgénero que elijan”. El curso constaba de un semestre, eran seis meses divididos en tres bimestres y no tenía que exponer su texto ahora mismo ya, pero debía hacerlo en algún momento del curso; si no lo hacía de nada le serviría participar en cada clase. No podía creer que ya eran casi dos meses de conocer a Axel y uno de ellos viniendo siempre a su casa. No quería confesarle que le seguía costando leer y sólo podía con la materia debido a que él, Axel, le leía la mayoría de los cuentos. Seguramente Axel ya tenía elegido su proyecto y sería de los primeros voluntarios, pensaría que él era un tonto. Con esto no podía pedirle ayuda. ¿Qué iba a hacer entonces?

Esta vez hubo un profundo suspiro. Intento sonreír. —Sólo... ¿Estás seguro de que está bien que yo esté aquí contigo y en tu habitación?

Axel puso los ojos en blanco y le arrojó un cojín. —Sí. ¿Por qué preguntas eso ahora? No es la primera vez que estás aquí. Mi mamá ya te conoce y, ahora que sabe que realmente vienes por Literatura, hasta le caes bien...creo. No hay segundas intenciones aquí... —el ceño de Axel se frunció levemente y su mirada se perdió como sucedía a veces cuando viaja junto con sus pensamientos, sus labios parecían tristes. Y sí, Gabriel sabía reconocer la tristeza en él, todo él. Pero después parpadeó, lo miró y había algo diferente en sus ojos cuando sonrió—. Sólo somos amigos y compañeros de estudio, así que no hay problema si subes a mi habitación...conmigo.

Gabriel lo miró sin saber qué decir. Eso no era verdad, no del todo. No para él. Pero seguía sin poder confesarlo, nadie –además de Axel– sabía que era gay y Sonia –aunque la veía cada vez menos– seguía siendo su novia.

Enamorándome del nerd (o Un disléxico enamorado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora