XI. A la izquierda del roble

20.5K 2.9K 1.3K
                                    

Vos lo dijiste
Nuestro amor
Fue desde siempre un niño muerto
Sólo de a ratos parecía
Que iba a vivir
Que iba a vencernos
Pero los dos fuimos tan fuertes
Que lo dejamos sin su sangre
Sin su futuro
Sin su cielo
(“A la izquierda del roble”, de Mario Benedetti)


El lunes llegó y la clase comenzó con una discusión sobre la leyenda de Los amantes mariposa”. Sarah, por supuesto, fue la primera en querer participar –echándoles una mirada de superioridad a Axel y a Gabriel por ganarles la palabra– y prácticamente contó toda la historia, terminando con una amplia sonrisa.

La profesora Lu se le quedó mirando cuando terminó y no dijo nada más, después levantó una ceja. —Ajá. Muy bien. ¿Y...?

La sonrisa de ella se borró. Abrió y cerró la boca varias veces. Al final su ceño se frunció e hizo un puchero. —Eso es todo. Ya dije toda la historia, profesora.

La profesora suspiró. —Te voy a decir lo mismo que le dije una vez a Gabriel. Todo lo que me has dicho pude haberlo leído en un resumen en Internet, Sarah. Me encanta que me cuenten las historias que leyeron, pero quiero escuchar sus comentarios y no sólo un resumen. Quiero darme cuenta que al menos un fragmento de lo leído les llegó y les hizo pensar en algo. Una participación completa no es contarme a detalle todo el cuento, sino dejarme ver que lo sintieron y algo les pareció importante como para reflexionar al respecto.

Sarah se cruzó de brazos y no volvió a hablar. En su opinión esta era una leyenda tonta y no había nada que comentar al respecto. ¿Qué puedes aprender de una estúpida leyenda china?

Axel levantó la mano y sonrió en respuesta a la sonrisa de la profesora, pero después pensó que ya que fue idea de Gabriel debería decirlo él mismo. No le iba a robar esto.

—Gabriel sí tiene un comentario y me parece muy interesante.

Por extraño que parezca, la sonrisa de la profesora no se perdió cuando su atención pasó a Gabriel. —Dinos. Todos te escuchamos.

Gabriel humedeció sus labios varias veces, tan nervioso, y no dejó de juguetear con sus manos mientras explicaba que: —Primero que nada, está leyenda me recordó a la historia de Mulán —siguió hablando, ignorando la risa de Sarah—. Sé que las historias y contextos son diferentes, pero el hecho de que ambas se disfrazaran de hombre para cumplir con un objetivo es parecido. Después en ambas historias, el chico cuando descubre la verdad decide estar con ella inmediatamente. Lo que me hace pensar que en realidad se enamoraron de ellas sin saberlas mujeres, el sentimiento surge mientras las creían un hombre. Entonces, ¿realmente importa el sexo de la otra persona para sentir algo por ella? Creo que todos estos textos literarios antiguos nos demuestran que no. Quizá no se dan a conocer los sentimientos en un primer momento porque es algo confuso al inicio, pero eso no evitó que nacieran. Ser un hombre y enamorarte de otro hombre no resta intensidad y sinceridad al sentimiento, el amor no deja de ser real. Y yo no creo que esté mal...

Sarah hizo un sonido desagradable, interrumpiendo. —No me parece justo que ahora, sólo porque Axel se declaró gay, intenten hablar del tema con cada texto. Si Gabriel es su amigo o lo que sea y decide hacerlo, no quiere decir que todos los demás vamos a defender la homosexualidad.

Axel la miró boquiabierto. No podía creer lo que Sarah estaba diciendo. A él no le importaba lo que ella o cualquiera de sus compañeros pensara, pero ese era un comentario horrible para hacer y seguramente a Gabriel –que seguía confundido y con miedo sobre sus preferencias– sí le afectaría.

Gabriel se puso de pie molesto. Y es que en lugar de sentirse ofendido o asustado, lo enojó el hecho de que atacara a Axel.

La profesora los detuvo diciendo que: —Yo no espero que ni Sarah ni ningún otro "defienda" la homosexualidad, porque ninguna forma de amor necesita defenderse. Ni siquiera espero que lo apoyen o lo entiendan porque cada cabeza es un mundo y no puedo imponerles mis ideas. Pero por sobre todas las cosas no espero ni pido, exijo respeto en mi clase y mi presencia. Así que homosexual, heterosexual, bisexual, hombre, mujer...no me importa nada, van a respetar. Y si ustedes no conocen este valor, la puerta está ahí y no vuelvan a mi clase.

Enamorándome del nerd (o Un disléxico enamorado)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora