Cada uno de nosotros no es más que una mitad que ha sido separada de su todo, como se divide una hoja en dos. Estas dos mitades buscan siempre sus mitades. (...) Cuando el que ama a los jóvenes o a cualquier otro llega a encontrar a su mitad, la simpatía, la amistad, el amor los une de una manera tan maravillosa, que no quieren en ningún concepto separarse ni por un momento.
(“El mito del Andrógino”, de Platón)—¡Profesora Lu! —Axel se detuvo después de abrir la puerta del salón de golpe, apoyó las manos en las rodillas para recuperar la respiración. Su cabello estaba todo revuelto y en punta, porque había venido corriendo por los pasillos. Había ojeras enormes y marcadas bajo sus ojos, no había podido dormir ni siquiera cinco minutos. Hubo un “¡Ay!” cuando pudo volver a hablar y, al levantar la mirada, se encontró con todo un grupo mirándolo en silencio. Sus mejillas se encendieron inmediatamente y ardieron todavía más ante la mirada molesta de la maestra de Química.
Ella hizo sólo una seña con el dedo, indicando el salón siguiente. Y Axel asintió varias veces, después balbuceó un “Lo siento” antes de cerrar la puerta y huir. Corrió los últimos pasos al aula correcta.
—¡Profesora, Lu —gritó de nuevo, haciendo saltar a ésta que estaba a punto de sentarse—, necesito que me haga un favor!
—¡Ay, Axel! —la profesora se sentó, llevándose una mano al pecho. El salón estaba vacío, faltaban 10 minutos para la primera clase de ella—. ¡Me asustaste! —pero después le sonrió porque Axel era su mejor alumno—. Dime qué necesitas.
Axel sonrió aliviado y entró rápidamente. Mordió sus labios mirando hacia sus pies, después sus manos, hacia el pizarrón, por la ventana, a la puerta... Y, cuando la maestra carraspeó, finalmente a ella. —Necesito que me deje dar la clase de hoy.
Los ojos color miel de ella se abrieron demasiado, aunque no se negó de inmediato y eso era bueno. —¿Tanto te gustó el cuento de Bradbury?
Axel negó –recordando lo mal que había terminado su conversación con Gabriel sobre “La última noche del mundo”– y mordió sus labios de nuevo. Después los soltó y dejó salir el aliento retenido. —Quiero...necesito hablar de otro texto...
Ella entrecerró los ojos. —¿Cuál?
Axel negó de nuevo. —Es una sorpresa. Bueno, me gustaría que fuera sorpresa. Es muy importante para mí... —y para Gabriel—. ¿Por favor?
La profesora Lu suspiró. ¿Quién la mandaba a tener un corazón tan blando? —Está bien, puedes dar la clase hoy.
Esperaba no equivocarse al permitírselo.
* * * *
Gabriel estaba muy decaído. Incluso había faltado a sus primeras clases; no para irse con sus amigos y con Sonia –con quien no había hablado desde ayer, de hecho–, sino porque no tenía ganas de ver a nadie. Llevaba una sudadera roja con capucha y unos lentes oscuros. Sus labios fruncidos. Había ojeras debajo ocultas por las gafas. Y sus rizos rubios aplastados por la gorra de la sudadera. No estaba de humor para ver a nadie, pero estaba condicionado y no podía faltar a Literatura. Sólo por esta clase había venido hoy a la escuela.
Suspiró antes de entrar al salón. Llegaba con dos minutos de sobra. No levantó la mirada cuando entró, así que no vio a Axel de pie frente al escritorio ni notó que hoy las bancas estaban en filas y no alrededor del aula o que la profesora estaba sentada y en una de ellas y no en su escritorio.
Se sentó en un lugar vacío y alguien a su lado dijo: —La gorra y los lentes, Gabriel.
Él frunció el ceño, pero cuando levantó la mirada notó que había sido la maestra. Incluso saltó por la sorpresa e inmediatamente se quitó ambos. Se pasó la mano por el cabello, tratando de arreglarlo; para sus ojos rojos y las ojeras no había arreglo.
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Enamorándome del nerd (o Un disléxico enamorado)
Teen FictionTERMINADA» Axel es un bibliófilo: él ama los libros, la lectura, los mundos a los que unas simples letras te pueden llevar. En pocas palabras, Axel es para todos un Nerd. Gabriel es uno de los chicos más guapos del Instituto. Es atractivo, es popula...