vingt-deux.

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John quedó estático ante la extraña respuesta de su compañero de banda. 

—¿Has... has soñado conmigo? -preguntó inquieto, para después poner una cara perversa,—¿Y podría saber de qué se tratan tus sueños?

Paul entendió de inmediato que el castaño se estaba burlando de él, cosa que lo hizo molestar. 

—Jódete.

—¡Hey, tú empezaste! -exclamó con el ceño fruncido. 

—Soñé contigo casi tres meses antes de conocerte... -murmuró lentamente, fijando su mirada en la pequeña ventana que adornaba el cuarto. 

—Eso es imposible.

—Te lo juro. Y todas las cosas extrañas que sucedieron... de una u otra manera yo ya las preveía. -confesó con los vellos de punta, sintiéndose completamente expuesto y avergonzado. 

—¿Estás diciéndome que eres como un vidente o algo así? -preguntó algo fastidiado y Paul bufó. 

—Tú no me estás tomando en serio, y detesto eso.

Los dos se quedaron callados por un momento, tratando de no pensar en lo incómoda que era la situación. Las manos de Paul empezaron a juguetear en su regazo y John no pudo evitar mirarlo con ternura. Lamió sus labios con expectativa y se acercó al pelinegro, quien se encontraba absorto en sus pensamientos, agarrando sus manos y entrelazando sus dedos. 

—¿Qué sucederá con nosotros, tú que todo lo sabes? -El menor recordó perfectamente que así lo había llamado alguna vez en uno de sus sueños y sintió un escalofrío recorrer su columna vertebral.

—¿Estás preguntando de verdad o te estás burlando de mí, Lennon?

—Hago mi mejor intento para creer en ti. 

—No lo sé. -respondió a la pregunta antes hecha y soltó las manos del castaño, para darse la vuelta y recostarse justo encima de su pecho, que demostraba lo acelerada que se encontraba su respiración. 

—Eres un asco como vidente.- bromeó el mayor y ambos rieron. John pasó sus brazos por el torso del chico y lo abrazó con ternura, recostando su cabeza en su cien.—Entonces... ¿lo de Stuart es cierto? ¿Está en peligro?

Paul solo suspiró con pesadez y cerró los ojos. 

—Ruego por lo más sagrado que no sea así. 

—Pensé que no te agradaba.- susurró impresionado. 

—Pero tampoco llego al extremo de querer hacerle daño. Es un bajista terrible, pero tú lo aprecias.

—Lo hago.- admitió y el pelinegro volteó los ojos fastidiado,—Pero te aprecio más a ti, princesa.

—¿Por qué princesa?- preguntó con una sonrisita, sabiendo que el castaño estaba sonriendo también. 

—Porque no soportas gran cosa y eres delicado, como una princesa...

Aquella conversación no era lo que esperaban, porque aclarar las cosas era más importante y necesario de lo que se percibía a simple vista, sin embargo John no presionó al menor y decidió, por el bien de ambos, que permanecieran en esa bonita posición, en silencio, con el corazón latiendo al mismo ritmo. 

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—¡Tú y tus excusas de mierda!- gritó Paul con las mejillas rojas y los nudillos blancos por la presión que ejercía en su guitarra. 

—¡Cállate, McCartney!- gritó devuelta Stuart y John se sobó la cabeza con una expresión de hastío. 

—¡Suficiente!- se entrometió George con sus cejas pobladas fruncidas.—Tú, Paul, deja de estar mandando indirectas en las presentaciones, y Stuart, ¡gracias a Dios tu instrumento no suena!

Like dreamers do. | McLennon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora