t r o i s.

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Había pasado una semana desde que habían comenzado las clases y la actitud del sujeto no parecía cambiar, ni para mejor ni para peor. Se mantenía en esa fina raya que lo separaba de ser un muchacho decente a un criminal en potencia. 

Paul, siendo siempre tan investigador, se enteró de muchas travesuras que había hecho el muchacho y de las cuales se sentía sumamente orgulloso. Todos reían cuando las recordaban, pero al pelinegro no podía parecerle más ridículo e inmaduro. Estaba consciente de que podía irse, podía tener otros amigos y convivir con otras personas que no fueran "el grupo de John", pero siendo sinceros él se divertía mucho en compañía de Pete, Ringo y George, al igual que se le hacía ameno el apoyo permanente de la chica Powell, quien, por completa decisión suya, se había aclarado el cabello a un rubio cenizo que le sentaba muy bien. 

No tenía idea de qué era lo que todos tenían con Lennon, las personas parecían estar resignadas ante sus actitudes y se dejaban llevar por lo que él decía, quizá por miedo, quizá por tratar de encajar; estaba lejos de poder comprenderlo. 

Aquel viernes en la tarde había invitado a Geo, a Ringo y a Pete para que hablaran de cosas varias, escucharan música o demás, y sin ser demasiado prudente, lo había propuesto justo en frente de John, quien se rió y negó con la cabeza diciendo que tenía cosas más importantes que hacer. Ringo fue tajante y le respondió que ni siquiera había sido invitado, y Paul no supo como agradecerle el gesto.

El pelinegro no le había comentado nada a su mejor amigo por simple casualidad y porque precisamente esa primera semana la había atravesado sin soñar ni un solo día. Cuando los tres chicos llegaron a su casa, la cual estaba vacía porque sus padres estaban trabajando, se encaminaron al cuarto y empezaron a poner música a todo volumen en una pequeña radio que decoraba la mesita de noche de Paul. 

George había llevado su guitarra, y sin más se dispuso a tocarla con desenfreno mientras los otros chicos gritaban, cantaban y aplaudían. El rock n'Roll se estaba apoderando de Reino Unido y ellos no podían estar más contentos de escuchar a Elvis las 24 horas. Cuando empezaron las aburridas baladas, le bajaron al radio y se sentaron en circulo en el suelo de la habitación, hablando de lo estúpida que era la maestra de técnicas gráficas o acerca de lo horrible que había quedado el mural del lado norte de la escuela.

—¿Puedo hacerles una pregunta?- dijo en medio de la duda Paul y Ringo sonrió. 

—La acabas de hacer. 

—Quiero decir, otra a parte de esa.

—Claro, dinos.- respondió Pete entretenido con su barra de chocolate. 

—¿Por qué aguantan a John?

Los dos chicos, quienes estaban tranquilos, se tensaron notablemente y se miraron con incomodidad. 

—Es nuestro amigo...- respondió con simpleza el ojiazul y se encogió de hombros,—sé que no parece ser la mejor persona del mundo, pero él se fijó en nosotros y nos hizo sus cómplices. 

—John ha estado en la escuela por casi tres años, más tiempo que nosotros, y fue difícil acoplarnos al cambio,- explicó el más alto dejando la envoltura de su dulce en el suelo,— digamos que él es un buen amigo cuando lo llevas con tranquilidad. 

—¿No se cansan de como es, de que sea tan grosero?- preguntó fastidiado y George golpeó disimuladamente su costado pidiéndole que se callara. 

—Mira, Paul, necesitas entender que ya no estás en el instituto. Los chicos no son perfectos ni tienen vidas perfectas con sus perfectas familias. John es alguien problemático con causa, no pienso decirte mucho, pero quiero que comprendas que él es así por una razón, y ten completa seguridad de que no cambiará para agradarte.- aclaró con pesadez Ringo mirando al pelinegro directamente a los ojos. 

Like dreamers do. | McLennon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora