t r e n t e.

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POV Paul.

El dolor que sentí en todo mi cuerpo fue insoportable, como si hubiese estado inmovilizado por mucho tiempo. Traté de encontrar a John con mi tacto, pero no encontré a nadie a mi lado. Solo pude reconocer una dulce y aguda voz femenina que decía mi nombre muchas veces, al borde del llanto. 

Aquel olor tan reconocible penetró aún más mi nariz y me hizo susceptible a envolverme en un estado de preocupación repentino. Estaba en un hospital, lo sabía, y mis ojos pesaban tanto que ni ganas me daban de abrirlos, sin embargo al sentirme tan desorientado me obligué a mí mismo a que mis parpados subieran. 

Cuando lo hice la cabeza me dolió muchísimo, ya que la luz potente que se colaba por la ventana me daba justo en el rostro. No estaba acostumbrado a ese impacto lumínico tan potente, es más, no sabía ni qué demonios estaba sucediendo. 

Cuando mis ojos pudieron enfocar mi alrededor, me di cuenta de que mamá estaba justo a mi lado, tomando mi mano derecha que estaba tendida en la cama del hospital y llorando con una gran sonrisa de alivio pintada en su rostro. 

Un momento... ¿Mamá no había muerto?

—¿E-En dónde estoy? -pregunté con cierto temor, sintiendo mi garganta tan seca que parecía que mi boca ya no generaba saliva. 

—¡Paulie! ¡Mi hijo está bien! -exclamó mamá acercándose a mi rostro, besando mis mejillas. 

Yo todavía no entendía qué carajos estaba sucediendo. 

—¿Dónde estoy? -volví a preguntar con cierta ansiedad y entonces una enfermera entró al cuarto. La señorita, rubia y de ojos grises, sonrió al verme y salió rápidamente en busca de un doctor. 

—Estás en el hospital, hijo. -me explicó Mary muy feliz y yo fruncí el ceño.

—¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Dónde está Jo...?

Y entonces, un doctor alto, pelirrojo, se hizo presente con una gran sonrisa. Estaba empezando a odiar profundamente que todos estuvieran felices y yo estuviera en completo desconcierto por mi situación. 

—¡Sabía que despertarías, Paul! -exclamó el doctor acercándose a mi cama, intimidándome, —¿Cómo te sientes?

—Demasiado perdido. -dije con sinceridad y él rió. Yo no le veía el chiste.

—Es normal. Por el choque que sufriste es comprensible que tu memoria a corto plazo se vea afectada. Tu cabeza fue la primera en sufrir daños relevantes. -explicó el hombre con tranquilidad y yo quise sentarme, ponerme de pie, volver al maldito tren. 

Intenté sentarme, pero me vi imposibilitado cuando sentí que mi pierna derecha pesaba como el infierno. Levanté la sabana que cubría mi cuerpo y me topé con un gran yeso envolviendo mi pobre pierna, seguramente fracturada. 

—¿Pero qué pasó? -volví a preguntar, seguramente con el terror adornando mi cara. 

—Es mejor que no te digamos nada, tendrás que recordarlo al recobrar tu memoria. -se entrometió la enfermera y quise gritar de la frustración. 

—¿En qué fecha estamos? -indagué, ya que no me estaban dando respuestas claras. 

—23 de septiembre de 2019. -soltó mamá y yo abrí la boca muerto de la impresión. Me llevé las manos a la cabeza y mis ojos bien abiertos se empezaron a llenar de lágrimas. 

¿Y entonces todo lo que había pasado? ¿John, mamá, Doth...? ¿Todo había sido mentira? ¿Nada de eso había pasado en realidad?

—¿Dónde está John? -pregunté con ansiedad, casi con desespero en mi voz gruesa. 

Like dreamers do. | McLennon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora