o n z e.

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Apenas el timbre sonó, y todos los estudiantes se dirigían hacia los salones para tomar sus clases correspondientes, Paul se desvió un poco hacia al baño, ya que minutos antes John se había retirado del grupo con la excusa de que necesitaba hablar con un profesor. 

Abrió con cautela la puerta y no tardó mucho en encontrarse con la figura del castaño, quien se miraba al espejo con la intención de arreglar un poco su cabello. 

—¿Qué sucede, Lennon?- preguntó impaciente el chico con cara de pocos amigos, aunque sabiendo muy en el fondo que estaba ansioso y contento por verlo y escuchar lo que tenía por decir. 

—¿Acaso no tienes conciencia, McCartney?- le recriminó el mayor y Paul se sintió desubicado por un momento, eso no era precisamente lo que esperaba escuchar. 

—¿De qué estás hablando?

—Pobre Jane, no deberías jugar así con ella.- le espetó con una sonrisa burlona y el menor frunció el ceño.

—No le estoy haciendo nada a Jane...

—Acaba de terminar una relación tormentosa, no querrás generarle más problemas.- le dijo arreglándose la chaqueta. 

—Haces que pierda mi tiempo, idiota.- le contestó el chico con intención de salir apresuradamente pero John se interpuso y le impidió pasar por la puerta. 

—Tampoco deberías ir a la fiesta. Es una mala idea, bebita.- le advirtió mirándolo fijamente a los ojos. 

—Eres tan extraño, John.- susurró Paul sintiendo sus rodillas flaquear ante la mirada de su contrario. 

—William está planeando hacerte algo, debes confiar en mí.- completó el castaño pasando por alto la actitud extraña y absorta del menor. 

—Yo no confío en ti, porque no me has dado motivos para hacerlo.- aseguró y John chasqueó la lengua.

—No tengo motivos para hacerte daño, pensé que lo sabías.

Paul se sintió tan intimidado después de que el mayor dijera eso que sus hombros se tensionaron considerablemente. Bajó su cabeza para evitar que sus miradas chocaran y soltó un suspiro entrecortado. 

—Han sido días difíciles, John.- por un momento quiso decirle "Johnny" pero sabía que resultaría muy extraño y no estaba dispuesto a dar explicaciones. 

—Lo sé.- susurró el castaño bajando la guardia y sintiéndose inquieto con el rumbo que había tomado el encuentro. 

—Por eso necesito que me dejes en paz, por favor, solo déjame.- le pidió casi al borde del llanto y salió por la puerta del baño a toda velocidad. No quería que el mayor lo viese llorar, no quería que se burlara de él. Estaba simplemente huyendo de una situación que no podía controlar. 

Corrió por los pasillos hasta llegar a su salón de historia del arte y, frotando sus ojos para eliminar cualquier rastro de debilidad, golpeó esperando a que el maestro se compadeciera de él. 

—Llega tarde, McCartney.- dijo el profesor y Paul pudo ver a Ringo en los últimos asientos, guardándole una silla. 

—Lo siento mucho, no volverá a ocurrir.- le aseguró con una mueca y el maestro asintió con la cabeza dejándolo pasar. 

—Menos cinco puntos en el parcial.

Pero aquellos cinco puntos no valían nada comparado con quedarse hablando con "el sujeto". 

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La semana había pasado volando y George estaba emocionado mostrándole camisas a Paul para que le aconsejara qué ponerse para la fiesta. El pelinegro le sonreía divertido y a veces negaba o asentía con la cabeza. 

Like dreamers do. | McLennon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora