—No voy a besarte.- murmuró Paul con los párpados caídos por el cansancio, mirando detenidamente los ojos de su acompañante.
—¿Por qué?- se atrevió a preguntar John con una sonrisita pequeña, aquella que le quedaba tan bien y que le daba tanta vida a su rostro.
—No es correcto...- susurró ahora pasando sus dedos con suavidad por la mejilla del castaño.
—Es la primera vez que eso te preocupa.
—Ahora las cosas son diferentes, Johnny. Me temo que ya no soy tuyo.- aclaró el pelinegro, sintiendo un nudo en su garganta, que se agravaba a medida que pasaban los segundos. El mayor se le quedó viendo con los labios fruncidos, inducido completamente en sus pensamientos. Se levantó con rapidez y se sentó muy cerca del cuerpo del muchacho de ojos hazel.
—Tú eres mío, princesa... me gusta como suena.- lo reprendió y Paul solo negó con la cabeza, pasando sus manos por su rostro en muestra de desesperación.
—Dorothy...
—¿Qué sucede con ella?
—Está embarazada, John.- aclaró y el castaño bajó la cabeza, empezando a juguetear con sus manos.
—¿Y eso qué?- preguntó descaradamente, haciendo que el menor se escandalizara.
—Seguramente nos casaremos, y desperdiciaré mi vida junto a ella.
—No te preocupes por eso, las cosas resultarán mejor de lo que crees.- le aseguró y se volvió a acostar, quedando muy cerca uno del otro. El silencio se apoderó de la escena y Paul pudo sentir como unos dedos ajenos buscaban ansiosamente su mano, para luego entrelazar con suavidad sus meñiques. Luego, en un ataque de valentía, John entrelazó completamente sus manos y acercó la del pelinegro a sus labios, dejando reiteradas veces pequeños besos en todo su dorso.
—No sé cómo no estás molesto, Johnny, te he traicionado.- se preocupó McCartney y el castaño rió.
—Todos cometemos errores. Algunos más graves que los demás, pero todos lo hacemos.- lo tranquilizó y Paul se sentó de golpe, aún manteniendo sus manos unidas.
—La única persona con la que quiero compartir el resto de mi vida es contigo.- confesó con una sonrisita y sus abultadas mejillas adquirieron una tonalidad rojiza.
—Eres tan dulce que me sacarás caries. Cursi.- lo molestó y el pelinegro se subió justo encima de su cadera, pasando una pierna al otro lado de su cuerpo. Aprisionó sus muñecas contra el colchón y se inclinó para juntar sus labios,—Ves que si querías besarme.- le dijo John sonriendo y Paul se encogió de hombros.
Cuando sus labios se unieron nuevamente, el corazón del menor dio un brinco en su pecho. Sintió como su respiración se aceleraba y como su agarre en las muñecas flaqueaba. Había besado a otras personas, pero ninguna se sentía tan bien, tan cálida. Estaba seguro que eso solo pasaba con una persona, y sabía lo afortunado que era de tenerlo justo en frente, casi siempre pisándole los talones.
Las cosas serían más sencillas si John fuese una chica, ¿o no? Se carcajeó al imaginarlo, interrumpiendo el beso.
—¿Qué te causa gracia?- preguntó John aún con las manos aprisionadas.
—Te imaginé como una chica.
—Tú pareces una y yo no te digo nada.- le respondió burlesco, haciendo que el menor lo mirara con seriedad.
—No es gracioso.- el castaño comenzó a reír con ganas y cambió sus posiciones, haciendo que Paul quedara justo debajo de él.
Volvió a acercar sus rostros y unió sus labios con suavidad, casi con ternura, robándole el aliento a su amigo. ¿Acaso eran amigos? ¿Almas gemelas quizás?
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Like dreamers do. | McLennon.
FanfictionPaul caminaba, caminaba y caminaba sin cansarse a través de la maleza. Las hojas naranjas y amarillentas que habían caído en primavera eran la única cosa de la que tenía certeza... Y quizás también que aquel chico castaño de ojos pequeñitos aparecí...