—Yo en tu lugar no lo hubiese salvado.- dijo muy enojado George mirando con atención a su mejor amigo.
—¿Acaso te enloqueciste? Solo porque lo odias no significa que no le salves la vida. Eres muy rencoroso.- aseguró Paul jugando con sus manos mientras miraba hacia el techo.
—Solo digo que eso de que los sueños predicen la realidad se me hace muy extraño, y me asusta.- expresó sentándose en los pies de la cama y mirándolo con el ceño fruncido.
Los dos chicos estaban reunidos en la casa del menor y hablaban muy animadamente de todo lo que había sucedido en la semana. El pelinegro aun se encontraba muy asustado por lo que había pasado y sentía terror al considerar la posibilidad que de ahí en adelante sus sueños lo pre dispondrían a tener relación con John.
—No sé qué pensar,- murmuró Paul y cerró los ojos con fuerza,—no tengo cabeza para nada en este momento.
—¿Ni siquiera para Jane Asher?- preguntó burlón el castaño haciéndole ojitos.
—Ni siquiera para ti, idiota.- le respondió con una risa y George carcajeó animado.
—Es muy linda, Macca, deberías intentar algo con ella para olvidarte de "el sujeto".
Paul abrió los ojos y se mordió el labio inferior. No quería ilusionarse demasiado con nadie, y aun así se sentía tan atraído por el John de sus sueños que daba pavor. Se encontraba confundido y preocupado, pero sobre todo no quería admitir que le gustaba estar en compañía física del verdadero John, de aquella persona que hacía hasta lo imposible por fastidiarlo y por meterse en problemas.
—No me gusta Jane.- susurró tomando asiento y George solo se encogió de hombros.
—No. Te gusta John, de alguna manera que no logro comprender.
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Era domingo por la noche y el viento del exterior azotaba las ventanas del cuarto del pelinegro. Este se encontraba muy concentrado en su guitarra cuando se dio cuenta de que la lluvia se había precipitado y se manifestaba con violencia por la ciudad.
Sus dedos dolían por la presión que ejercía sobre las cuerdas y su estómago gruñía del hambre porque no había bajado a almorzar. Se encontraba solo en la casa y el silencio lograba ponerle los vellos de punta. Al muchacho definitivamente no le gustaba encontrarse solo.
Pensó en llamar a George, pero estaba seguro de que estaría ocupado durmiendo o haciéndole algún favor a su padre en el taller. También se pasó por su mente Ringo, pero cuando le llamó a casa nadie contestó. Se dio por vencido finalmente y se dispuso a comer un sándwich que había dejado preparado su madre justo encima de la mesa.
Cuando terminó escuchó que la puerta principal se abría y la vocecita de Mike se hacía presente. Se sintió aliviado cuando también se escuchó la respuesta de su madre.
Mary McCartney estaba enferma, no quería aceptarlo, pero todos los fines de semana se iban su padre y su hermano con ella al hospital porque él no era tan valiente para acompañarla. Se levantó rápidamente y se encontró con su familia dedicándole a su mamá una sonrisa radiante.
—Hola, ¿cómo les fue?- saludó y se acercó a ella para rodearla con sus brazos. Se alarmó de sobremanera cuando se percató de que los ojos de su hermano menor se encontraban acuosos y su padre estaba con la cabeza gacha.
—Paul, necesitamos hablar contigo.- expresó el hombre y tomó con cuidado a la mujer quien se encontraba débil y con los ojos casi cerrados.
Los cuatro se dirigieron al comedor y tomaron asiento en completo silencio. Paul de tan solo ver a su madre sentía ganas de llorar.
—Los doctores examinaron a tu madre y ella no se encuentra bien.- explicó Jim y Mike comenzó a sollozar,—Nos dieron malas noticias.
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Like dreamers do. | McLennon.
FanfictionPaul caminaba, caminaba y caminaba sin cansarse a través de la maleza. Las hojas naranjas y amarillentas que habían caído en primavera eran la única cosa de la que tenía certeza... Y quizás también que aquel chico castaño de ojos pequeñitos aparecí...