Tocar la guitarra y pasar tiempo con la banda se estaban peleando por ser el número uno en la lista de sus cosas favoritas. Los días pasaban velozmente y la confianza que se tenían entre todos era maravillosa, incluyendo sorpresivamente a uno de los mejores amigos de John, Stuart.
A Paul no le agradaba en lo absoluto pasar los ensayos a su lado, ya que consideraba que tocaba horrible y que los hacía quedar mal ante el público, aunque en ese momento ese era el menor de sus problemas.
Al pasar de los días, el pelinegro había notado que las cosas en su cuarto se cambiaban de lugar regularmente. No porque fuese descuidado, sino que siempre que dejaba su guitarra o su cuaderno de composiciones en un sitio especifico, al día siguiente amanecía en la cocina o en el jardín. Aquello lo desubicaba muchísimo, y aunque aparentaba que sus búsquedas matutinas eran normales, estaba agradecido de no volver a soñar nada.
Otra cosa que lo mantenía dando vueltas era la actitud extraña de su padre. El lunes de aquella semana Paul le había pedido pasar a buscar sus cosas en su cuarto y este se negó por completo a darle entrada libre. Su actitud, apresurada y a la defensiva, le señalaban al muchacho que algo estaba muy extraño en toda esa situación y que tenía que llegar al fondo de ello para estar tranquilo.
Esa noche, como era común en los últimos días, tocarían en un club-bar bastante prestigioso que estaría rebasado de personas. John había perdido su cupo en la escuela de arte, y todos se estaban dejando descarrilar de la misma manera. Ya casi no asistían, y si lo hacían, no prestaban atención. Paul le había explicado a su padre que las malas notas eran por una chica, para dejarlo excluido del tema de la banda, ya que esto lograba convencerlo.
—No es mi culpa que olvide las armonías con tantas canciones.- se excusó Pete y John lo miró fijamente.
—Por supuesto que es tu culpa, imbécil, aunque Paul no se queda atrás.- exclamó el castaño con un cigarrillo en los labios, haciendo suspirar pesadamente al pelinegro.
—Quizás confundo las letras, pero las notas jamás.
—Si bebieras menos, lo harías mejor.- se atrevió a decir Stuart y Paul, al igual que John, lo miraron molestos.
—El único que puede decirle a Macca que es un asco soy yo, Sutcliffe.
—Tú ni siquiera sabes sostener el bajo.- le recriminó Paul y Pete rió.
—Es cierto...
—¡Tú cállate, Best!- dijeron los tres al mismo tiempo.
—¿Podemos dejar de pelear y tocar? Me está doliendo la cabeza.-se quejó George y todos asintieron.
—Un, dos, tres...
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—Te lo digo enserio, amigo, estaba buenísima.- dijo John arrastrando las palabras, mientras Paul reía a carcajadas.
—No tenía gran cosa.
—¿Y acaso tu novia sí?- preguntó también riendo y el pelinegro negó con la cabeza.
—Me gusta lo tierna que es, el físico no tanto.- aclaró y John bufó.
—Eres toda una ternura, McCartney.
Siguieron caminando con dificultad por las calles oscuras de Liverpool y se detuvieron al ver que un grupo de jóvenes se acercaban a ellos. Algunos tenían chaquetas de cuero y otros tenían cara de pocos amigos. Los dos chicos sintieron la tensión de inmediato y, sin que los demás pudieran percibir su miedo, siguieron adelante con su camino.
—Hey, ¿están perdidos?- preguntó uno de ellos y John apretó la mandíbula, al igual que su agarre en la botella que estaba sosteniendo.
—En realidad no.- respondió caminando firmemente y Paul siguiéndolo de cerca. Dos de los siete chicos se interpusieron, impidiéndoles el paso.
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Like dreamers do. | McLennon.
FanfictionPaul caminaba, caminaba y caminaba sin cansarse a través de la maleza. Las hojas naranjas y amarillentas que habían caído en primavera eran la única cosa de la que tenía certeza... Y quizás también que aquel chico castaño de ojos pequeñitos aparecí...