prefectos.

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En su séptimo año en Hogwarts, era prefecto de Gryffindor y ganadora del premio anual, junto con otra persona más, quien no sabia quién era.

Subió al Expresso ya vestida con su uniforme, la capa de Gryffindor y con la placa de Prefecto colgada de su pecho. Recordó que los prefectos viajaban solos en el primer vagón, así que salió del tren y esperó a sus amigos, Harry, Ginny y Ron. Vio una cabeza color azabache saliendo del andén nueve y tres cuartos, detrás de él salieron cuatro pelirrojos, Fred, George, Ron y Ginny, su mejor amiga.

-¡Hermione! -Ginny corrió hacia ella emocionada, le abrazó y ambas rieron.

Las puertas comenzaron a cerrarse y Hermione y los chicos se despidieron, ella corrió al primer vagón y al llegar se chocó con alguien.

-Mierda. Perdona -se disculpó.

-Vaya, Hermione Granger de prefecto, ¿por qué no me sorprende? -reprendió el rubio de ojos grises: Draco Malfoy.

-Con que Draco Malfoy, tampoco me sorprende. -Ambos se sonrieron, sin un ápice de rencor ni arrogancia-. Perdona por chocarme contigo, por cierto.

-Vamos Granger, ambos sabemos que te chocaste a propósito, nadie puede resistirse a alguien como yo.

La castaña rio y rodó los ojos.

-Ya quisieras, Malfoy.

Draco le guiñó un ojo y sonrió. Ella se metió en una de las cabinas y cerró la puerta con un hechizo. Se sentó y comenzó a leer el libro de "la historia interminable", un libro muggle. De repente, la puerta del tren se abrió.

-¿Qué cojo..? Joder, Granger, ¿por qué te has metido en mi cabina? -Ella levantó la vista del libro y la clavó en sus ojos.

-¿Qué dices? Esta no es tu cabina.

Él le indicó que mirase arriba y, cuando lo hizo, vio el equipaje de este, con sus apellidos. La castaña se levantó y se dispuso a coger su equipaje e irse.

-¿Quién ha dicho que te vayas? -preguntó él.

-¿Qué has hecho con Draco Malfoy? -Se volvió a sentar y dejó el libro a un lado, él se sentó y volvió a cerrar la puerta.

-Aunque creas que no, he cambiado desde el final de la guerra. Mis padres murieron y no te voy a mentir diciéndote que lloré y lloré, porque no es cierto, es más, me sentí libre y aliviado, porque por fin podía ser yo mismo. Te hice la vida imposible porque mis padres no me dejaban ser amigo de ningún muggle o hijo de muggle, simplemente, porque les mataría. Sí que es verdad que eres una sabelotodo cabezota, pero por lo demás no tengo problema -le contó él-. No me molesta tu presencia en absoluto, y ahora sé que, si tú quieres, claro, podremos ser buenos amigos.

Hermione analizó palabra tras palabra. Ella nunca odió a Draco, simplemente no era capaz de hacerlo. Solo intentaba buscar explicaciones a su comportamiento y, ahora que las tenía, no podía evitar dejar de pensar en los buenos amigos que podrían haber sido si todo hubiese sido distinto.

-¿Y que fue de tus padres? -preguntó el rubio.

-Bueno, mis padres no se acuerdan de que existo, literalmente. -Malfoy le miró confuso-. Cuando Harry, Ron y yo salimos a buscar los horrocruxes, tuve que hechizarles con obliviate. -Él hizo una mueca.

-¿Y con quién te has quedado durante el verano?

-Con los Weasley, la última semana volví a mi casa a pasar tiempo sola -explicó Hermione.

-Mujer independiente, me gusta. -Ella se sonrojó inevitablemente.

Hermione se había desarrollado bastante ese verano, bajo la falda se le veían bien marcadas las caderas y la curvatura de su cintura, con unas piernas trabajadas. Llevaba la camisa desabrochada en dos botones, la corbata desaliñada, que le daba un aire informal, y la falda, más corta que otros años, pero no excesiva.

¿Malfoy? ¿Granger? | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora