duele.

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Un pequeño hilo de luz blanco, salió de la mente de la chica, y al borrar todo lo que necesitaban, desapareció. Draco se arrodillo, derrumbado. No había vuelta atrás, lo había hecho. Ahogó un grito y Harry le apretó el hombro.

- Vamos Draco... podrás con esto. - Él asintió, y el rubio se agachó para cogerla en brazos y llevarla a la enfermería, donde los chicos ya le habrían contado todo a Madam Pomfrey, esta prometió no decírselo a nadie. Cuando llegaron, ya estaban allí, todos, cerraron la puerta de la enfermería, y observaron a Draco, que tenía el rostro bañado en lágrimas.

- Está hecho. - Murmuró el rubio. La tumbó en la camilla, y madam Pomfrey les miró.

- ¿Estáis listos? - Todos asintieron excepto Draco.

- Ya sabes Draco... a partir de ahora, a fingir. Sé que duele, pero todos sabemos que es por su bien. Si la quieres, hazlo. - Él asintió, sorbiendose la nariz y apartándose las lágrimas, puso su cara de arrogante, y Harry le dio una palmada de ánimo en la espalda.

- Rennervate. - La castaña abrió los ojos lentamente, encontrándose con la mirada de sus amigos.

- ¿Hermione estás bien? - Preguntó Harry, fingiendo. Ella se reincorporó y se frotó la frente.

- No sé, dímelo tú, ¿qué ha ocurrido? - Dijo mirando a Madam Pomfrey.

- Te has caído por las escaleras de tu sala común hace dos horas, te has quedado inconsciente. ¿Recuerdas algo? - Ella negó.

- ¿Quién me ha traído aquí? - Dijo confundida.

- Malfoy. Estaba allí. - Ella le miró extrañada.

- ¿Malfoy? Vaya, no me lo esperaba. - Draco rodó los ojos.

- No iba a dejarte ahí tirada Granger, humanidad tengo. - Hermione alzó las cejas y le ignoró. Pansy apretó el brazo de Draco en una muestra de ánimo.

- Tienes algunas lagunas, pero no te preocupes, no es nada importante. Si tienes alguna duda ellos podrán resolvértela. - Ella asintió, aún confundida.

- G-gracias. ¿Puedo irme? - Madam Pomfrey negó.

- No querida, deja que termine de hacerte unas pruebas y podrás irte. - Ella asintió.

- ¿Podemos quedarnos? - Preguntó Pansy. La enfermera asintió dudosa.

- Está bien, pero no hagáis mucho ruido, aún está aturdida. - Ellos asintieron, y Astoria se sentó a su lado agarrando su mano.

- Nos has dado un susto de muerte castaña. - Dijo Astoria y ella rió. Luego Oliver se acercó al otro lado de la camilla. Ella recordó el beso entre ellos, pero, ¿por qué se besaron así? No entendía nada, pero decidió dejarlo pasar, al fin y al cabo era algo insignificante. Oliver le besó la frente y la abrazó. Era un chico muy dulce. "Y guapo" Pensó ella. "Hermione mierda, contrólate idiota." Cuando Madame Pomfrey terminó de examinarla, todos juntos se fueron juntos de la enfermería.

- ¿Qué es lo último que recuerdas? - Pregunto Harry. Ella inclinó la cabeza a la derecha, pensando.

- Recuerdo estar en la sala común, cogiendo unos libros de allí. Me acerqué a las escaleras... y ya no me acuerdo de nada más. - Harry la miró extrañado. "¿Un recuerdo falso? ¿Cómo has hecho eso Malfoy?" Pensó el azabache. Sus amigos siguieron andando hacia delante, los Slytherin ya sabían como lo había hecho, pero Harry no. Lo agarró de un brazo y lo arrastró un poco más atrás. - ¿Cómo lo has hecho? Un recuerdo falso.

- Cosas de mortífagos. - El rubio se encogió de hombros.

- Bueno, pues bien hecho. - Respondió Harry.

- Gracias. - Se unieron de nuevo al grupo. - Chicos, yo voy a dar un paseo antes de subir a la sala común. - Todos asintieron, y Draco, salió de la entrada principal del castillo, agradeciendo pero maldiciendo a la vez de que todo hubiese salido bien. Se acercó al sauce boxeador, dio unas cuantas vueltas sobre él observando las estrellas. De repente alguien interrumpió sus pensamientos.

- Hijo. - Dijo Lucius.

- Agh, tienes un don para aparecerte en los peores momentos, Lucius. - El rubio mayor rió.

- Bien hecho, ten por seguro que no le haré daño a esa sangre sucia. Soy un hombre de palabra. - Draco rodó los ojos y su padre volvió a desaparecer en un chasquido.

- Maldito imbécil, capullo arrogante. - Murmuró Draco insultando a su padre, que ya no estaba. Decidió volver al castillo y subir a su torre, con suerte no se encontraría a Hermione. "Oh vamos no seas idiota, claro que te la encontrarás." Pensó. "Paciencia Draco, después de la tormenta viene la calma." Volvió a pensar. - Necesito fingir bien. - Se dijo a si mismo, y convencido de ello, subió a su torre, y abrió la puerta. Se la encontró aún en uniforme leyendo aquel libro que le dio en el tren, pero claro, ella no se acordaba de eso. Pasó de largo pera ella se levantó y le miró.

- Gracias por lo de la enfermería. - Él intentó poner el peor tono y la peor cara posible.

- Ten por seguro que si hubiese estado aquí otra persona, hubiese pasado de largo. - Hermione rió.

- Nunca cambiarás, capullo arrogante. - Draco alzó las cejas, al darse cuenta que había mencionado exactamente las mismas palabras que él anteriormente había utilizado para insultar a su padre. "Que bien empezamos joder." Pensó el rubio.

- ¿Perdona? - Hermione se sentó de nuevo.

- Perdonado. ¿Por qué mierda nos han puesto juntos en el proyecto de pociones? No funcionamos juntos, no lo entiendo. - Escupió ella. Al chico dió le dio una punzada en el estómago. "No funcionamos juntos, vaya, el hechizo si ha funcionado."

- Es Snape, todos sabemos cómo es.

- Ya. - Silencio. Hermione se levantó y subió las escaleras rumbo a su habitación. - Ah, por cierto, mañana tenemos que terminar el tercer paso. De la poción.

- Como digas sabelotodo. - Ella rodó los ojos.

- Bien. Adiós. - Cerró la puerta de su dormitorio. Draco suspiró, estaba siendo difícil, le dolía, le dolía hasta el infierno ver como ella le odiaba. Y que cuando todo pasase, tendría que enamorarla de nuevo, y eso no era fácil. Ella entró a su habitación y cuando cerró la puerta cerró los ojos, intentando recordar. Pero nada. Recordaba el primer día de elaboración amortentia, de ella cortando los ingredientes con Malfoy, y luego, en blanco, nada. Le desesperaba, pero no podía agobiarse por eso, no podía permitírselo. Abrió su armario y sacó su pijama, justo debajo de esta, un jersey de slyhterin. "¿Qué?" Lo cogió y miró la etiqueta. En ella decía: D.M. "¿Qué hace aquí una sudadera de Malfoy?" Salió de su habitación con la camiseta de su pijama puesto, pero sin los pantalones, sin percatarse de ello. Llegó a la habitación del rubio y la abrió de golpe. Él salía del cuarto de baño con unos pantalones grises.

- ¡¿Qué cojones haces Granger?! - Gritó. Luego le repasó el cuerpo con la mirada, no llevaba pantalones, parecía que no se había dado cuenta, aunque no se le veía nada, ya que le llegaba por la mitad de los muslos. Decidió no decir nada.

- ¿Por qué hay un jersey tuyo en mi habitación? - Draco rodó los ojos

- Yo que sé, se habrán mezclado al lavarse, no sé. - Se excusó Draco, al parecer ese argumento había convencido a Hermione.

- Deja de mirarme las piernas. - Escupió la chica mirándole fijamente a los ojos.

- ¡Pues ponte algo! - Reprochó Draco.

- ¿No tienes suficiente ya con follarte a todas las de tu casa? - Volvió a decir.

- No voy a gastar mi saliva contigo rata de biblioteca, fuera de mi habitación. Ya. - Ella le tiró el jersey a la cara y volvió a su habitación, cerró la puerta y se metió entre las sábanas.

- ¡Imbécil! - Gritó ella con la intención de que se enterase.

- ¡Cállate o te juro que... Agh, Granger no te soporto! - Ella sonrió orgullosa. Alguien iba a bajarle los humos a ese imbécil. Draco bufó mientras se metía entre las sábanas, si seguía comportándose así la odiaría de verdad. "Ni tú te lo crees", pensó su subconsciente. Hizo el amago de dormir, pero le costó mucho más que otros días, cada vez que se movía se daba cuenta de que ella no estaba allí, y dolía... dolía mucho...

¿Malfoy? ¿Granger? | DramioneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora