21. ¿Hacemos brownies?

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Mis jadeos se mezclaban con la respiración pesada de Abby. Intentaba apoyar todo mi peso sobre mis antebrazos, pero me sentía muy cansado, no podía aguantar mi propio cuerpo. Me dejé caer sobre el suyo, descansando mi frente en su hombro.

—Uno más —pedí.

—Dijiste eso hace tres rondas —ella jadeó.

—Solo uno más.

—No puedo...

Reí quedito cerrando mis ojos. Sus piernas se soltaron de mi cadera con un quejido y las dejó descansar sobre el colchón. La sensación de aun no salir de ella era exquisita y no quería hacerlo. Me encantaba esta cercanía.

—¿Te duelen? —pregunté acariciando sus muslos.

Levanté mi cabeza de su cuello y me apoyé en mis codos para poder mirarla. Estaba sudando, sus mejillas muy rojas y sus ojos brillosos.

El cuarto de hotel realmente apestaba a sexo y me daba risa la situación: eran las ocho de la mañana un día en Irlanda, la cama hecha un desastre, paquetitos de condones abiertos en la mesa de noche a nuestro lado y nuestra pijama tirada en el suelo alfombrado.

Recordatorio mental: no dormir en posición de cucharita con Abby si no llevas bóxer puesto bajo la pijama.

—¿Tú qué crees? —escupió alzando un poco su cadera, solo logrando que en nuestra unión se cree fricción.

—Creo que me quedaré dentro de ti todo el día —bromeé.

—Largo de aquí. Quiero orinar —rió intentando empujarme.

Sonreí en grande antes de besarla. ¿Me importaba estar sudado y que ella también lo esté? Mierda, no. Me prendía terriblemente.

Esto sí fue un gran buenos días —molesté.

—Te odio por levantarme tan temprano —ella gruñó.

Salí de su interior tratando de no hacerle daño. Me hice a un lado sobre la cama, permitiéndole por fin cerrar sus piernas. Ella soltó un quejido tembloroso, frotando sus piernas y cadera.

—Vas a tener que aprender otras posiciones porque si vamos a seguir haciendo esto así, no podré bailar en los shows de noche —acusó con diversión.

Reí mientras me quitaba con cuidado el condón y le hacía un nudo.

—Eres condenamente flexible, te he visto —le recordé viéndola con una sonrisa de lado.

Abby se puso de pie dejándome verla completamente. No me limité a darle otra chequeada de arriba a abajo. Jodida mierda, sus piernas eran preciosas... bendito sea el baile.

Mi girasolito alzó una de sus cejas con burla para después empezar a caminar al baño de la habitación.

—Agradécele a mi papá por su obsesión a que aprendiera jiu-jitsu..
—cantureó ingresando al baño.

—¡Gracias señor Callen! —exclamé gracioso.

Oí su carcajada aun cuando ella cerró la puerta. Cuando me encontré solo en la cama de nuevo, miré a mi alrededor. Estaba hecho un asco, quería asearme y debía botar los otros tres condones tirados en el piso.

Decidí ponerme de pie. Hoy en la noche daría un concierto aquí en Irlanda después de haber descansado vocalmente cinco días en Manchester, en casa.

Después de hablar con Gia esa tarde que cancelé mi show, fui a buscar a papá y lo abracé. Le pedí perdón por haber sido un imbécil con él y, aunque mamá no sabía por qué estaba llorando, también se puso a llorar al verme hacerlo y me abrazó. Terminamos los tres abrazados comiendo hamburguesas veganas. Sabían horrible, aun no entiendo cómo comen esa mierda.

LIAM STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora