13. Adore You

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Acabo de hacer una estupidez.

—Puta madre, Liam, vas a matarme... —Abby canturreó nerviosa detrás de mí.

Apoyé mis manos en los bordes de la bañera vacía donde estaba sentado. Abby estaba arrodillada afuera de esta, sosteniendo a la altura de mi cabeza la máquina de afeitar que no había parado de sonar desde hace cinco minutos.

—¿Qué hiciste...? —inquirí dudoso.

—Se me pasó la mano.

Sabía que esto había sido una terrible idea.

¿Cómo que se te pasó la mano? —cuestioné sintiendo mi corazón acelerarse.

—Se me pasó la mano —repitió nerviosa.

Ella apagó la máquina y la alejó de mi cabello.

Sí, hice lo que están pensando.

Llevé mi mano hacia la parte trasera de mi cabello, sintiendo un desnivel profundo en mis ondas.

Jerry había visto los comentarios de las fans sobre las fotos de Gia con mi yo falso hace cinco días...

Él empezó a reclamarnos por llamada la vida entera... así que tuvimos que mentirle y decirle que me veía diferente porque me había cortado el cabello.

Pero él por supuesto no nos creyó... así que hoy estaba en camino aquí a Illinois para ver si era verdad.

Estaba muy cagado.

¡Así que, como Gia no estaba conmigo hoy!... tuve que pedirle que me corte el cabello a la única otra cómplice de nuestro plan: Abby.

No estaba yendo bien.

—Dije solo un poco —musité asustado.

—Yo... —titubeó— puedo arreglarlo, solo debo emparejar a los lados.

Eso no suena mejor.

Abby volvió a encender la máquina rasuradora y, temblorosa, se dirigió al lado derecho de mi cabeza, pasándola suavemente encima de mi cabello, dejando que muy cortos y delgados mechones caigan a la tina.

—Juro que no te mato solo porque es tu cumpleaños, Abby —recordé en voz baja negando con mi cabeza.

—¡Mierda, Liam, no te muevas! —chilló.

La máquina se desvió cuando mi cabeza lo hizo, sentí perfectamente como el metal tocó mi cabeza, llevándose un camino entero de mi cabello.

Oh, por Dios.

Los dos nos quedamos en silencio e inmóviles. Y aunque no podía ver la cara de la rubia al estar detrás de mí, sabía que debe tener la misma expresión de miedo en su rostro.

La cagamos.

Abby, mi cabello —susurré.

—Tu cabello...

—Lo cortaste...

—Tú te moviste.

Me puse de pie bruscamente y salí de la bañera. Caminé hasta el espejo arriba del lavabo y me miré: tenía una raya  completamente rasurada que dejaba ver mi piel debajo, desde casi el inicio de mi frente hasta la mitad de mi cabeza.

Me voy a morir.

—¡Me dejaste calvo! —chillé girando a verla.

—¡Tú te moviste! —exclamó una vez más poniéndose de pie, apagando la máquina.

LIAM STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora