36. The Final Show

807 62 502
                                        

Estaba pasando.

—¡No puedo creer que te voy a ver ahí arriba! —exclamé por encima de los gritos de las fans.

—¡No estoy listo. No! —papá se dio media vuelta, regresando a Backstage.

—¡Oye! —chillé corriendo detrás de él.

Mamá gritó más fuerte y no sabía si era por la emoción que sentía de parte del público reclamando por mi padre, o porque se había molestado ya que papá no era capaz de subir a ese escenario.

—No puedo. No estoy listo —negaba alzando sus manos, regresando a su camerino.

Gruñí dando un salto para trepar en su espalda y hacer que se detenga. Papá nos hizo dar vueltas intentado quitarme de su encima, pero yo me aferré a su cuello.

—¡Llevas dos minutos de retraso, hombre! ¡Sube o patearé tu trasero!

—¡No puedo, no puedo, no puedo!

—¡Sí, puedes, pá! ¡la gente te está esperando!

Me bajé de su espalda regresando al piso. Harry acomodó su traje amarillo patito y soltó una exhalación. Alcé mis cejas esperando que regrese a las escaleras que lo llevarían al escenario, pero no. Lo que hizo fue darse media vuelta y salir corriendo por el pasillo hacia su camerino.

—¡Haz algo con tu esposo! —indiqué a mamá— ¡las fans se van a desesperar!

—Ya estamos desesperadas, osito —ella dijo empezando a caminar por donde papá se fue— pero tu padre vale toda la espera.

Giré mis ojos palmeando mis muslos. Esto era un desastre. El show debía empezar hace tres minutos pero el miedoso de mi padre no se atrevía a subir al escenario. Le había dado un ataque, había quedado en shock solo segundos antes de poner un pie en la escalera.

—¿Qué sucede? —oí a Abby detrás de mí.

Giré sobre mis pies para encarar a mi rubia. Un carnet "VIP" colgaba de su cuello, dejándola estar en una zona al lado del escenario con nuestra demás familia.

—No quiere salir —resoplé—. Mamá ya fue a hablar con él, esperemos que lo tranquilice.

—Entiéndelo —mi girasolito se acercó y acarició mis hombros—, es su primer y último show después de diecinueve años.

Bueno, sí, ella tenía razón, no podía ser tan duro con él.

—Ya quiero verlo en el escenario —sonreí—, quiero ver la cara que pone cuando vea a sesenta mil personas gritando su nombre.

Abby sonrió abrazándome del cuello. Yo posé mis manos en su cintura. Estábamos agotados. El viaje desde Colombia fue larguísimo y habíamos llegado apenas hace cuatro horas. No habíamos descansado nada.

—¿Qué tal si vas a buscarlo y le das ánimos?

Hice un pico con mis labios, pensando.

—Sí, tienes razón —palmeé su cadera, despegándome del abrazo—. Te veo afuera.

Mi chica besó mis labios cortamente antes de darse media vuelta y caminar de regreso con el público. Yo hice lo mismo yendo en dirección contraria, abriéndome paso en el gran pasillo blanco buscando el vestidor de papá.

—¡Darcy! —exclamé al ver a mi hermana salir de un cuarto.

Mi castaña favorita se paralizó en la puerta al verme. Yo avancé sin dudarlo hacia ella, pero al estar frente a frente, me encontré con Samuel, quien también salía de ese camerino.

LIAM STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora