17. Over Again

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—Repíteme qué es lo que dirás —Gia animó.

—Soy Liam Styles, hijo de la leyenda Harry Styles, déjame entrar o mandaré una ola de fans a tu casa —cité tronando mis nudillos.

No tenía ni puta idea de la estupidez que estaba por hacer.

¿Qué es lo que no permitirás? —inquirió.

—Que me saquen de ahí.

—¿Qué pasa si te atrapan sin pase de autorización?

—Corro lo más rápido que pueda hasta perderlos de vista.

—¿Y si te atrapa seguridad y te lleva preso?

Mi cabeza giró bruscamente a mi derecha para verla con mi ceño fruncido:

—¿Cómo que preso?

—Siempre existe la posibilidad de que el plan salga mal, Liam boo...

Considerando que realmente no hay "un plan".

—Entonces más nos vale que todo salga bien, barbie.

Exhalé balanceando mi cabeza hacia mis lados, intentando aflojar mis hombros de la tensión.

Aferré mis puños en mi chaqueta cuando una brisa de viento helado me provocó un escalofrío. Gia hizo lo mismo con su gran abrigo negro.

It's New York, baby, always jacked up... —canté bajito recordando y sintiendo la ironía de la letra.

Estábamos en Nueva York, después de haber salido de mi concierto, tomamos un taxi hacia el teatro donde Abby se estaba presentando. Eran las once de la noche y la obra en que ella bailaba acababa en tan solo media hora.

No sabía qué se suponía que debía hacer.

—Bien, te veré desde el público —la rubia dijo palmeando mi brazo.

A un lado de la gran puerta de entrada al teatro, nos encontrábamos los dos. Habían algunas personas haciendo fila para la siguiente función de media noche, y guardias de seguridad cuidando las puertas.

—¿Qué? ¿Cómo que desde el público? —inquirí viéndola.

Ella sacó su teléfono del bolsillo de su abrigo y me mostró en su pantalla una foto de un código QR. Era una entrada para el show.

—¡Conseguiste entradas! —celebré.

Me conseguí una entrada, osito —se burló—. No es para ti.

Ella empezó a abrirse paso entre la gente para llegar a la puerta del teatro. Y yo, sin poder creerlo aun, la seguí porque no estaba dispuesto a quedarme aquí afuera solito sin saber qué hacer para entrar, se suponía que lo íbamos a hacer juntos.

—Ey, ey, Gia, ¿estás loca? ¿cómo entraré entonces?

Barbie le enseñó su teléfono al guardia en la puerta y este la dejó pasar la cuerda roja de seguridad. Gia me miró sobre su hombro con una sonrisita llena de diversión.

Me apresuré en llegar hasta los sujetos de seguridad. Ellos me vieron de manera intimidante y fría, eran incluso más altos que yo y eso me asustaba.

—Yo vengo con ella —avisé señalando a la rubia.

Uno de los grandes hombres volteó a ver a Gia.

—¿Es su acompañante, señorita? —le consultó.

Barbie alzó sus hombros y negó rápidamente.

LIAM STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora