10. Perfect

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Abby frunció ligeramente su entrecejo, pero sin perder su sonrisa. No dijimos nada más hasta que el ascensor llegó a nuestro destino y las puertas se abrieron, dejándonos ver muchos otros autos ajenos más.

Usé la alarma en la llave y la presioné para buscar con el sonido dónde había dejado papá el carro. La rubia y yo avanzamos unos pasos mientras yo presionaba la alarma, hasta que al fondo, en la derecha, unas luces rojas se prendieron, iluminando el ambiente.

Puta madre, creo que moriré.

—Abby, ese es mi auto —repetí incrédulo.

—No puedes manejarlo desde aquí, ¿sabes? —se burló.

—Tiene la opción de conductor automático, muñeca —le recordé—, ¡no debo usar más mis manos para manejar!

Ella rió y tiró de mi camisa jalándome hasta el vehículo. Una vez al frente del carro, pude verlo detalladamente: era el negro más brillante que había visto en mi vida. Detalles plateados y vidrios polarizados... carajo, es mi nuevo hijo y lo llamaré Rayito

Sí, el Rayito Styles.

Abro la puerta de piloto y esta se desliza con extrema suavidad hacia arriba. Contuve un grito de emoción en mi pecho que solo se escuchó como un gruñido. Mi mano se hizo un puño mientras saltaba sobre mis pies, aguantando las ganas de gritar lo feliz que estaba.

—Ven, súbete —animé dirigiéndome al lugar del copiloto.

Ambos bordeamos el auto y yo le abrí su puerta de la misma manera. Abby me miró, encarnó una ceja al verme morder mi labio inferior aguantando una sonrisa, y negó con su cabeza divertida, subiéndose al carro.

—Oh, wow, se siente bien... —ella halagó removiéndose sobre su asiento.

Cerré su puerta con la misma suavidad y troté hasta mi puesto. Me subí entre temblores y cerré mi puerta de igual manera, encerrándonos en un vacío silencio dentro del auto.

—Esto me intimida —susurré viendo todos los botones del tablero.

Después de haber inspeccionado todo el auto y sus funciones, sufrido de cuatro paros respiratorios al ver las maravillas que tenía, y escuchar lo genial que sonaba el motor cuando aceleraba, Abby y yo estábamos listos para irnos.

—Si papá entró al hotel con este carro... —pensé—, entonces les haremos creer que aún soy Harry Styles.

Puse el auto en marcha pisando con delicadeza el acelerador. Abby me miró confundida mientras se colocaba su cinturón de seguridad.

—¿Cómo harás eso? —consultó.

Miré mis manos con anillos, solo tenía cuatro... así que moví dos a cada dedo: índice y medio.

—Tengo el cabello —expliqué—, tengo sus manos.

Bajé solo un poco la ventana a mi lado para que se vea mi frente y cabello. Conducí hacia la salida del estacionamiento y atravesé a los dos guardias de seguridad al lado de la salida. Pude ver que ellos me alzaron su mano en despedida, así que yo solo saqué mi mano por la ventana haciendo el símbolo de paz con mis dedos.

—Okay... —reí nervioso, doblando a la derecha para salir por completo del hotel e incorporarme a la calle— vamos a ver cuánto corre este bebé.

Aceleré lo más que pude agradeciendo que las calles estaban casi vacías. Abby soltó un gritito sujetándose de su asiento.

Mierda, si me moría, entonces me quería morir en mi Ferrari.

LIAM STYLESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora