¡ ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ˢⁱˣ

395 58 12
                                    

La navidad estaba a un par de días, y el cumpleaños de Hestia a tan solo unas horas. El castillo estaba cubierto de nieve, el lago congelado y las chimeneas del Gran Comedor y las salas comunes encendidas. Ya no quedaban muchos alumnos en Hogwarts pues las vacaciones ya habían comenzado, a pesar de eso, Hufflepuff y Gryffindor tenían la mayor cantidad de estudiantes. Cuando el profesor Flitwick había pasado con la lista de alumnos que se quedarían en el castillo, la pelirroja no había dudado mucho en anotar su nombre, estaba segura de que Harry no volvería a Privet Drive, y según le habían contado los gemelos Weasley, el pequeño Ronald se quedaría a hacerle compañía ya que sus padres visitarían a su segundo hijo, Charles, en Rumania.

Hestia se preguntaba cómo se encontraba Charlie, se habían conocido en el primer año de Hestia y a pesar de la diferencia de edad, se habían llevado bastante bien, después de todo ella era muy buena amiga de los gemelos y, en ciertas ocasiones, lo había llegado a sentir como un hermano.

Laurent había decidido quedarse con ella para hacerle compañía, Damen y Calypso también habían decidido quedarse aunque por diferentes razones. Desafortunadamente, las mellizas se habían visto obligadas a viajar a Estados Unidos a visitar a su madre y a su nuevo novio, pero prometiendo traer un buen regalo como recompensa. Sereia y Azriel, por otro lado, le habían prometido a sus familias que pasarían las fiestas con ellos, mas eso no les impidió darle una calurosa despedida a Hestia dejándole una caja llena de golosinas compradas en Hogsmeade.

Si bien a Hestia no le molestaba que sus amigos no estuvieran con ella casi ningún 20 de diciembre, le irritaba que el resto de Hogwarts lo recordara, pues parecía que la escuela completa se sentía en la obligación de saludarla, le enviaban regalos, rosas, cartas... y Hestia lo aborrecía.

Hestia, a lo largo de sus tres años en el castillo, había ganado cierta fama entre sus compañeros y no solo por ser la hermana de Harry Potter -el título que le habían puesto los recién llegados- o su físico, la gente a su alrededor parecía simplemente quererla debido a su extrovertida personalidad. Para Hestia, socializar y forzar lazos con otras personas nunca había sido un problema, los demás se sentían cómodos con su presencia y, más de una vez, la pelirroja había consolado a alumnos con los que jamás había cruzado palabra, ganándose su cariño.

El alumnado de Hogwarts -a excepción de los de primer año- la admiraban, y Hestia lo reconocía, no era ninguna tonta ni lo suficientemente modesta para hacerse la desentendida, y disfrutaba de esa pequeña fama que había creado para sí. Sin embargo, algunos de ellos trataban de acercarse a ella, y Hestia había perdido la cuenta de todas las veces que había recibido regalos absurdos, como flores y chocolates, ofertas de hacer su tarea por ella, o incluso de las veces que había visto a alguien pegándose a sus talones por todo el castillo.

Escuchó la entrada de su sala común ser abierta y sonrió al ver de quién se trataba. —¿Contamos las flores de este año?

Laurent rió sin gracia, las agujas del reloj no habían llegado ni a las ocho, y el árbol navideño estaba rociado de alelíes, pues se había corrido el rumor de que eran sus favoritas. —¿Cuántas vas? —Preguntó viendo el pilón de pétalos arrancados a su izquierda.

—Veintiocho. —Comentó, arrancando el último pétalo de la flor púrpura que sostenía en sus manos. —¿Viste a Harry?

Laurent negó y se relamió los labios. —Los gemelos dijeron que no han salido de la sala común, lo único que hacen es comer y jugar ajedrez mágico.

Hestia asintió y cogió otra flor. —¿Tu crees que debería darle la capa?

Ambos recordaron la conversación que Hestia había tenido con el director la noche anterior, le había pedido que le regalase la capa de su padre a Harry de forma anónima. —Tengo el presentimiento de que si no lo haces tú, lo hará él personalmente.

Hestia bufó y arrancó todos los pétalos a la vez. —Odio estas flores.

Sacó su varita, las hizo levitar y, con enojo en sus palabras, gritó: "¡Incendio!". Sus ojos ámbar observaron detenidamente como el fuego consumía pétalo a pétalo, hoja por hoja, rama por rama. Las cenizas cayeron como la nieve y rápidamente, Hestia las eliminó con otro hechizo. Laurent se mantuvo callado y ella lo agradeció.

La capa de su padre era de las pocas, si no es que la única, cosa que tenía para recordarlo, y su director la estaba forzando a deshacerse de ella. Respiró profundamente, controlando su ira.

—Voy a acostarme un rato, ¿vienes? —Su sonrisa tembló, pero su Laurent no comentó nada al respecto, solo asintió y la rodeó con sus brazos, dirigiéndola a su habitación.

━━━━━━━━ ⇜ ━━━━━━━━

Hestia abrió los ojos, la habitación se encontraba mayormente oscura, con pocos rayos de luz entrando por las ventanas, y el brazo de Laurent le rodeaba los hombros. Sus ojos se dirigieron al reloj en la mesita, sonrió de mala gana, oficialmente tenía 14 años.

Con cuidado de no despertarlo, Hestia se levantó de la cama y caminó hasta la sala común. Nuevamente, el árbol se encontraba lleno de alelíes, haciéndola enfadar, sin molestarse mucho por el árbol, volvió a conjurar el hechizo quemando todo junto esta vez, <si no hay árbol no hay flores> pensó. Junto a una ventana, se encontró con varias lechuzas descansando junto a varios regalos. Hestia se quejó mentalmente.

Con Calliope devuelta en su hombro, se acercó a la pila y comenzó a hojear las etiquetas. "Diggory", "Weasley", "Berkshires", "Mansión Malfoy"... frunció el ceño, ¿había leído bien?

Colocó el paquete verde de cinta plateada donde anteriormente se encontraba el árbol navideño y, alejándose unos cuantos pasos, lo abrió usando magia. Esperó una explosión, insectos, un animal maloliente o con rabia, pero nada de eso sucedió. Con el ceño aún fruncido, se acercó al paquete para ver su contenido; un par de aros colgantes plateados la dejaron boquiabierta, eran sencillos pero preciosos. Hestia se encontraba maravillada, cuando entonces un pensamiento hizo que soltara la caja, ¿y si el pequeño diablillo les había lanzado una maldición? La pelirroja negó repetidas veces, el niño con suerte podía conjugar el encantamiento levitador para hacer volar una pluma.

Se los colocó, y siguió abriendo los regalos.

Antheia le había mandado un delicado tocadiscos hechizado para que pudiera escuchar cualquier canción con tan solo un disco y Athenea le había regalado la saga entera de los libros de Sherlock Holmes, una novela muggle que siempre había anhelado leer. Cedric Diggory había comprado una cadena de plata con un pequeño dije en forma de óvalo, que dentro guardaba una foto de ambos riendo y mirando hacia la cámara, la señora Weasley le había cocinado galletas con chispas de chocolate, sin resistirse abrió el paquete y mordió una. Los gemelos le habían dejado una caja llena de productos provenientes de la tienda de Zonco, una tienda de bromas ubicada en Hogsmeade, Hermione un libro de transfiguraciones avanzado, y se encontró con un álbum de fotos por parte de Sereia y Damen. Azriel le había regalado revistas sobre músicos con algunos chocolates y Calypso un anillo de serpiente con un zafiro pequeño en el ojo.

Había más regalos de personas cuyos nombres había olvidado, se encontró con una carta de Charlie, más libros de transfiguración por parte de McGonagall y de encantamientos por parte de Flitwick.

Pero no había ninguno de Harry.

Volvió a la habitación resignada. Sobre la cama, un paquete de papel blanco llamó su atención. Ubicó a Laurent en el baño y escuchó el sonido del agua cayendo. Se sentó en la cama, rompió el envoltorio y sacó dos grandes buzos, uno de ellos era azul con dos franjas de color bronce en el puño de la manga, Hestia lo reconoció al instante, era el buzo que solía sobarle a Laurent los días más fríos del año, cuando tenían permitido usar ropa casual. Lo olfateó, el olor a pasto y tierra húmeda inundó sus fosas nasales. Sonrió, y desdobló el otro, éste era de un color caoba y tenía una fotografía de Laurent posando, en la parte de atrás tenía inscritas las palabras "No tocar, propiedad privada."

Hestia no podía creer lo que sus ojos veían y sin poder contenerse, una risotada se escapó de sus labios.

𝚃𝚑𝚛𝚘𝚞𝚐𝚑 𝚢𝚘𝚞𝚛 𝚎𝚢𝚎𝚜 - ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳ ᵘⁿⁱᵛᵉʳˢᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora