𝚃𝚑𝚛𝚘𝚞𝚐𝚑 𝚢𝚘𝚞𝚛 𝚎𝚢𝚎𝚜 - ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳ ᵘⁿⁱᵛᵉʳˢᵉ

¡ ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ᵉⁱᵍʰᵗ

Los slytherins y los ravenclaws se distribuyeron por el aula de Defensa contra las Artes Oscuras, como de costumbre, Hestia se sentó junto a Antheia, frente a ellas Athenea y Calypso y a su derecha, y Laurent junto a un chico de ravenclaw llamado Crius Russel -si a Hestia no le fallaba la memoria, era uno de sus compañeros de cuarto-.

Lockhart los observaba con la típica sonrisa que usaba para conquistar a sus lectoras más jóvenes, cuando el último alumno tomó asiento, se aclaró sonoramente la garganta. Se acercó al alumno más cercano a él y tomó uno de sus ejemplares, levantándolo y enseñando su portada.

—Yo soy Gilderoy Lockhart, Caballero de la Orden de Merlín, de tercera clase, Miembro Honorario de la Liga para la Defensa Contra las Fuerzas Oscuras, y ganador en cinco ocasiones del Premio a la Sonrisa más Encantadora, otorgado por la revista Corazón de bruja, pero no quiero hablar de eso. ¡No fue con mi sonrisa con lo que me libré de la banshee que presagiaba la muerte!

Los miró expectantes, esperando a que rieran, pero los alumnos permanecieron en silencio.

—Veo que todos han comprado mis obras completas, bien hecho. He pensado que podíamos comenzar hoy con un pequeño cuestionario. No se preocupen, sólo es para comprobar si los han leído bien y cuánto han asimilado... —Terminó de repartir los folios y volvió a su silla. —Disponen de treinta minutos, pueden ir comenzando.

Hestia miró el papel desinteresada y leyó:

1. ¿Cuál es el color favorito de Gilderoy Lockhart?

2. ¿Cuál es la ambición secreta de Gilderoy Lockhart?

3. ¿ Cuál es, en tu opinión, el mayor logro hasta la fecha de Gilderoy Lockhart?

Sin poder evitarlo soltó una risilla.

—Esto debe ser una especie de broma. —Antheia escribió algo en su papel y se lo mostró disimuladamente. Hestia ahogó sus risas. —Espero que disfrute mi respuesta.

—Oh créeme, lo hará.

Antheia había respondido las tres primeras preguntas de la forma que solo ella sabía, con sarcasmo; a la primera, había respondido "el elegante color que tienen los ojos humanos al ser arrancados con una cuchara de plata", a la segunda le había dado un toque más personal: "su ambición secreta es salir a pescar con una banda de drogadictos alcohólicos, pues ellos son los únicos lo suficientemente afectados para creerse sus historias" y por último, su respuesta favorita, "su mayor logro ha sido, probablemente, haber nacido, pues es impresionante que alguien con su coeficiente intelectual haya sido el espermatozoide vencedor".

Hestia, por su parte, se dedicó a escribir lo primero que se le cruzaba por la mente, como: "negro carbón", "comprar su ropa en el mercado de baratijas" y " haber sido sorteado en Ravenclaw".

Y las preguntas continuaban, Hestia había llegado a la pregunta 54, que preguntaba: "¿Qué día es el cumpleaños de Gilderoy Lockhart, y cuál sería su regalo ideal?". Rodó los ojos, harta de ese patético cuestionario.

Aquella media hora había sido, probablemente, la más aburrida que habían pasado con un profesor, superando incluso a las clases del profesor Binns, quien al menos sabía de lo que hablaba.

—Vaya, vaya. Muy pocos recuerdan que mi color favorito es el lila. Lo digo en "Un año con el Yeti". Y algunos tienen que volver a leer con mayor detenimiento "Paseos con los hombres lobo". En el capítulo doce afirmo con claridad que mi regalo de cumpleaños ideal sería la armonía entre las comunidades mágicas y no mágicas. ¡Aunque tampoco le haría ascos a una botella mágnum de whisky envejecido de Ogden! —Volvió a guiñarles un ojo pícaramente. Athenea bufó y chocó su frente contra el banco, exasperada. —¡Oh! ¿Pero qué se supone que es esto, señorita Berkshire? ¡No, no, no! ¡Cinco puntos menos para Slytherin!

El profesor leyó algunas de sus respuestas en voz alta, provocando risas en sus estudiantes, algunos incluso se habían girado para felicitarla.

Lockhart siguió con sus quejas, altamente ofendido. Luego de diez minutos, logró tranquilizarse y, sonriendo nuevamente, arrimó un baúl rodeado de cadenas frente a su escritorio, pidió que despejaran el aula y se explicó.

—Ahora, ¡cuidado! Es mi misión dotarlos de defensas contra las más horrendas criaturas del mundo mágico. Puede que en esta misma aula deban encarar las cosas que más temen, tarde o temprano, por esa razón, les traje una pequeña sorpresa. Pero sepan que no les ocurrirá nada malo mientras yo esté aquí. Todo lo que les pido es que conserven la calma. —Agitó su varita y las cadenas cayeron, el baúl se entreabrió, y sorpresivamente, un gran hipogrifo salió de él. Hestia frunció el ceño. —¡Oh, vaya! ¿Quién es aquí el pequeño al que le aterran estos animalitos?

Un alumno de su casa alzó la mano, el profesor soltó una risa incrédulo. —Lo que tienen frente a ustedes es un Boggart, Dumbledore me comentó que se han enfrentado a un par el año anterior, por lo que los dejaré solos en esto.

Dio media vuelta y se sentó en su silla, tomando una revista de Corazón de Bruja e ignorando las quejas de los estudiantes.

—¿Un Boggart? —Athenea gruñó. —Parece que es la forma preferida de los profesores para entretenernos. Con permiso, Tobías.

Se interpuso entre el Boggart y el pobre chico, el hipogrifo cambió de forma, transformándose en Maeve, la madre de las mellizas, rodeada de un montón de hombres que exclamaban a la vez "Llámame papá, lindura". Athenea rodó los ojos, y extendió su mano con su varita.

—¡Riddikulus! —Los hombres se transformaron en ranas y "Maeve" en un buitre con un gran sombrero playero cubriendo la mayor parte de su cuerpo. Guardó su varita y miró a sus compañeros. —¿Quién sigue?

Fueron pasando de a pocos; Antheia había visto su reflejo rodeado de sombras en un gran espejo de cuerpo completo, Laurent a su madre muerta y Calypso a su padre tratando de abrazarla. Sin embargo, Hestia permaneció en el fondo. Sabía que lo más probable sería que viera algo relacionado, de alguna forma u otra, con Harry, por lo que prefirió evitarse el drama.

Miró a los alumnos que habían hecho lo mismo que ella, entre ellos estaba Cepheus. Estaba pegado a la pared, apretando con firmeza sus manos y sus ojos fijos en el Boggart, que en aquel momento era la profesora McGonagall vestida de rosa chillón y cubierta de plumas.

Sintió la mirada de Hestia, porque giró la cabeza en su dirección. Corrió la mirada, tratando de guardarse la poca dignidad que le quedaba de la última vez que había hablado con Lestrange.