𝚃𝚑𝚛𝚘𝚞𝚐𝚑 𝚢𝚘𝚞𝚛 𝚎𝚢𝚎𝚜 - ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳ ᵘⁿⁱᵛᵉʳˢᵉ

¡ ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ᵗʰⁱʳᵗᵉᵉⁿ

Habían pasado tres días desde que se habían enfrentado al profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras, y Hestia no dejaba de recibir reprimendas por parte de sus amigos. Pero no le importaba, su hermano estaba a salvo.

Harry había despertado hace no mucho más de una hora, y se había enterado -a través de Hermione, pues a ella no le permitieron ingresar en la enfermería- lo que había sucedido entre Quirell y Harry antes de que ella llegara y a Hestia le inquietó saber que aquella voz que había escuchado había sido la de Voldemort. Aunque sí la contentó saber que ella había tenido razón desde el inicio, y el ayudante del Señor Tenebroso no había sido Snape.

En cuanto a las quemaduras, algunas de ellas estaban vendadas, pues seguían curándose. Su blanquecina piel ahora tenía manchas rojas distribuídas por su cuerpo, Madam Pomfrey se había ofrecido a disminuirles el color pero ella se había negado, a sus ojos se veían bien.

Madam Pomfrey abrió las puertas de la enfermería, y la miró resignada. —Solo cinco minutos.

—Por supuesto, madam. —Se adentró a la habitación, que se encontraba vacía a excepción de Harry. La miró con una sonrisa torcida e hizo a un lado el libro que ella le había dado por Navidad. —Harry, ¿cómo te encuentras?

El pequeño se encogió de hombros.

—Mejor que tú, parece. —Un ligero sonrojo coloreó las mejillas de Hestia, tenía una quemadura visible en la mejilla izquierda y una larga en el cuello. Las de sus brazos estaban cubiertas de vendajes blancos. —¿Por qué siempre tratas de salvarme? Ya no soy un niño pequeño.

Hestia bufó. —Tienes once y me llegas a los hombros, no te creas tan adulto. Y, ¿por qué? ¿realmente debo repetirlo a estas alturas, Jamie?

Harry bajó la vista a las manos de Hestia, inclusive sus dedos tenían banditas. —No debes arriesgar tu vida por mí, sobreviví a la maldición asesina, nada puede matarme.

—Sí, sí que puede. Y soy tu hermana mayor, no me dirás qué hacer y qué no. —Lo retó. —Además, probablemente estarías muerto ahora si no hubiese llegado a tiempo.

Se produjo silencio.

—Solo digo que no deberías meterte.

Madam Pomfrey se asomó por detrás de la cortina y tosió exageradamente. Hestia le hizo una seña con la mano y se levantó. —Y yo solo digo que tu seguridad es más importante que mi vida.

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Hestia estaba sentada entre Laurent y Athenea en la mesa del Gran Comedor, en la cena de fin de curso. Este estaba adornado con los colores de Slytherin, verde y plata, para celebrar su triunfo y Hestia no podía estar más feliz por Antheia, que se había realmente esforzado aquel año para obtener puntos.

De pronto, murmullos llenaron el salón, Harry Potter había llegado. Se sentó en su mesa, y Hestia trató de ignorar a los alumnos que se ponían de pie para contemplarlo.

Dumbledore llegó no mucho después, cesando el barullo.

—¡Otro año se va! Y voy a fastidiarlos con la charla de un viejo, antes de que puedan empezar con los deliciosos manjares. ¡Qué año hemos tenido! Esperamos que sus cabezas estén un poquito más llenas que cuando llegaron, ahora tienen todo el verano para dejarlas bonitas y vacías antes de que comience el próximo año. —Les dio una gran sonrisa. —Bien, tengo entendido que hay que entregar la copa de la casa y los puntos ganados son: en cuarto lugar, Gryffindor, con trescientos doce puntos; en tercer lugar, Hufflepuff, con trescientos cincuenta y dos; Ravenclaw tiene cuatrocientos veintiséis, y Slytherin, cuatrocientos setenta y dos.

Gritos y aplausos provenientes de la mesa de Slytherin inundaron el salón, Hestia pudo ver la felicidad en el rostro de Anthy.

—Sí, sí, bien hecho, Slytherin. Sin embargo, los acontecimientos recientes deben ser tenidos en cuenta. —Las sonrisas Slytherin decayeron. —Así que, tengo algunos puntos de última hora para agregar. Déjenme ver. Sí... Primero, para el señor Ronald Weasley por ser el mejor jugador de ajedrez que Hogwarts haya visto en muchos años, premio a la casa de Gryffindor con cincuenta puntos. Segundo, a la señorita Hermione Granger, por el uso de la fría lógica al enfrentarse con el fuego, premio a la casa de Gryffindor con cincuenta puntos.

Hestia rodó los ojos, ahí iba el favoritismo del director por su antigua casa.

—Tercero, al señor Harry Potter, por todo su temple y sobresaliente valor, premio a la casa de Gryffindor con sesenta puntos. —Dumbledore se vió interrumpido por los festejos y los llantos de los leones. —Y a Hestia Potter, por su sacrificio y conmovedor amor hacia su hermano, la casa de Ravenclaw recibirá cuarenta y cinco puntos.

Su casa festejó, pero ella se mantuvo seria. Se había lanzado al fuego vivo y había tenido un duelo a muerte con su profesor de Defensa, podría haber muerto, pero no importaba, después de todo tenía a un director tan amable, que le regalaba unos míseros cuarenta y cinco puntos por hacer su trabajo.

—Hay muchos tipos de valentía, hay que tener un gran coraje para oponerse a nuestros enemigos, pero hace falta el mismo valor para hacerlo con los amigos. Por lo tanto, premio con diez puntos al señor Neville Longbottom. —Hestia tensó la mandíbula. Ahí lo tenían. Gryffindor había ganado la copa de las casas.

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Hestia subió al tren escarlata, seguida de Harry. —Tú quédate donde pueda verte, yo estaré cerca de los prefectos.

Harry asintió, y tomaron caminos separados.

Halló el compartimento que solía ocupar junto a las Berkshire y abrió la puerta, encontrándose con Antheia y Laurent sentados uno junto al otro, en un incómodo silencio. Hestia carraspeó, ganando su atención.

—¿Dónde está Athenea? —La slytherin rodó los ojos.

—Con un hufflepuff de quinto, es prefecto. —Hestia asintió y se sentó frente a ellos. —¿Qué harán estas vacaciones?

—Iré con mamá a Grecia el primer mes. —Laurent se recostó en el respaldo. —Y luego, supongo que te vienes conmigo, ¿no?

Hestia asintió. —Las dos primeras semanas,luego me quedaré una semana con Harry y por último-

—Pasas el resto del verano con Athenea y conmigo. —Hestia rió negando.

—Sabes que no puedo esta vez, ya no debo ocultarme de Harry y ahora que ambos asistimos a la escuela... tío Vernon y tía Petunia estarán insufribles, no puedo dejarlo.

—Bien, te quedas una linda y tierna semana con él, y luego te vas a la mansión Berkshire por mínimo un mes, ¿está bien?

—Que sean dos. —Antheia asintió con un gruñido.

—¿Podremos escribirte? —Hestia hizo una mueca.

—No lo creo, las lechuzas ponen de malhumor a Vernon...

—Entonces nos aseguraremos que las recibas de noche.

El resto del viaje la pasaron hablando y riendo, Athenea no había vuelto hasta luego de tres horas, pero no les dio mucha información sobre el chico, solo les dijo que besaba bien.

Cuando salieron del Andén, Hestia había perdido de vista a Harry.

—No te preocupes Hest, ya aparecerá. —Laurent le dio un fuerte abrazo. —Cuidate, ¿si? Te veo en un mes.

Se alejó y se reunió con su hermano y su padre. Las Berkshire la abrazaron a la vez.

—Te extrañaremos.

—Yo también. —Las mellizas se despidieron y se alejaron con una sonrisa.

Luego de buscar otro rato, dio con Harry. Se encontraba charlando con Ronald y su familia.

—¡James! ¡Debemos irnos!

—¿No podemos quedarnos un rato más?

—A menos que quieras quedarte sin cena el resto de la semana, pues claro, adelantate.