¡ᶜʰᵃᵖᵗᵉʳ ˢᵉᵛᵉⁿ

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Hestia amaneció en su habitación, sola y de mal humor. La capa de la invisibilidad ya no estaba más en su baúl, sino debajo del árbol de los Gryffindor, esperando por Harry.

Cuando llegó a la sala común, se llevó la sorpresa de ver a Calypso, Damen y Laurent sosteniendo tazas de café mientras conversaban, algo somnolientos, en los sillones.

Abrazó a Calypso por los hombros. —Buen día cavernícolas, Caly.

—Siempre tan linda. —Damen rodó los ojos, sarcástico.

—Hest, tus regalos están junto a la chimenea. —Laurent señaló detrás de él, mientras le daba un sorbo al café. La pelirroja observó los obsequios y se llevó con la sorpresa de la cantidad de comida que le habían regalado.

Se acercó y se sentó en el suelo, calentándose con el fuego de la chimenea, tomó el paquete más cercano y lo abrió. Se encontró con joyería, abrigos, plumas, discos y, por supuesto, más libros. Algunos contenían dulces y otros varitas de regaliz.

Hestia apretó los labios, notando que solo le quedaba uno y Harry no había sido el que lo había enviado. Era anónimo pero había una nota, juzgando por la caligrafía prolija y elegante, la pelirroja dedujo que se trataba de una mujer.

"La mente tiene su propio lugar, y en sí misma puede hacer un cielo del infierno, un infierno del cielo." — Hestia frunció el entrecejo, sin entender el significado detrás de esas palabras. Tras mirar detenidamente el pequeño trozo de papel, buscando un indicio de algo, lo metió dentro de su bolsillo y observó la caja negra frente a ella. Quitó la tapa y sacó un hermoso espejo de mano envuelto en una suave tela grisácea algo transparente, ¿organza, quizás?

Sujetó el espejo con su mano izquierda, mientras con su derecha rozaba con suavidad los bordes, admirándolos. Lucía antiguo, como una reliquia; el marco era de plata, con pequeñas formas de rosas en sus esquinas, pequeñas piedras azules le daban brillo y distinción. Era precioso.

La pelirroja guardó todo, y tomó asiento junto a sus amigos. Calypso le dirigió una mirada. —Lindos aros.

Hestia le sonrió. —Fueron un regalo de Malfoy.

Laurent escupió su café y comenzó a toser descontroladamente, con las risas de Damen de fondo, una vez que pudo respirar con tranquilidad la miró seriamente con los ojos vidriosos. —¿Malfoy te obsequió algo, y tú lo aceptaste? ¿Así como así?

—Selwyn tranquilízate. —Damen rodeó con sus brazos a Hestia, atrayéndola hacia él. —Nuestra pequeña pelirroja es una niña madura, tomó precauciones antes de abrir el paquete, ¿no es cierto, Hesty?

Hesty. Rodó los ojos y se sacó sus brazos de encima. —Deja de hablarme así, soy dos meses mayor y te saco cuatro centímetros. Pero sí, Lau, tomé precauciones.

Calypso mantenía sus cejas fruncidas y sus labios formaban una mueca. —La gallina de Malfoy te regaló eso, ¿estás segura?

Hestia asintió con desinterés, había tenido su tiempo para tratar de asimilar que rayos había pasado por la mente del niño para querer regalarle algo por su cumpleaños. —Supongo que sus padres habrán insistido, quiero decir, no pudo formar una amistad con mi hermano, quizás quiso probar suerte conmigo.

—Pero, ¿por qué? —Hestia se encogió de hombros.

—Para sacar provecho de algo, supongo.

—Un momento, dijiste para tu cumpleaños, ¿cierto? —Calypso colocó una pierna sobre la otra, haciendo una mueca de disgusto. —Sé que esa fecha es popular entre el alumnado, pero los de primer año no han mostrado mucho interés hacia tí por lo que tu fecha de nacimiento no ha sido comunicada debido a que ya todos la saben, y Malfoy ha estado muy ocupado molestando a tu hermano, no veo posible que haya escuchado qué día era de pura casualidad.

Se mantuvieron en silencio, pensando. Hestia la miró y comenzó a negar con la cabeza. —Estamos buscándole la quinta pata al gato, olvidemos el regalo de Malfoy y hablemos de otra cosa.

—De acuerdo, ¿qué tal del ridículo regalo que le mandaste a Lestrange de forma anónima?

Damen alzó una ceja curioso. —¿Qué hizo?

—Laurent Abderos Selwyn, ni bien digas una maldita palabra te voy a convertir en una cucaracha.

El chico la miró divertido, percatandose que no traía su varita con ella.

—Oh, nada, nada... solo ranas de chocolate, un perfume muggle y un peluche gigante de una serpiente. —Se levantó con rapidez y comenzó a correr con Hestia pisándole los talones.

—¡Selwyn, maldito traidor!

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Harry Potter se despertó temprano, encontrándose con varios paquetes al pie de su cama.

—¡Feliz Navidad! —Un somnoliento Ron lo saludó con felicidad.

—Para ti también. ¡Y mira esto! ¡Me han enviado regalos!

—¿Qué esperabas, nabos?

Harry comenzó a abrirlos, una flauta de madera por parte de Hagrid, cincuenta peniques por parte de sus tíos... el pequeño frunció el ceño al ver un paquete rojo sin etiqueta, preguntándose quién se lo podría haber enviado.

—Ese es de mi madre, le dije que creías que nadie te regalaría nada y... oh, no, —Ron soltó un gruñido. —te ha hecho un suéter Weasley.

Harry lo abrió y se encontró con un hermoso suéter verde esmeralda tejido a mano, y una gran caja de pastel de chocolate casero.

—Es muy amable de parte de tu madre.

El siguiente regalo también tenía golosinas y una gran caja de ranas de chocolate de parte de Hermione. Le quedaban dos; uno de ellos estaba perfectamente envuelto en papel azul con un listón dorado y una pequeña carta: "Para Jamie. Te ama, tu hermana mayor." Rodó los ojos y rompió el papel de regalo, encontrándose con un libro sobre Quidditch –el que Snape le había quitado–, un pequeño set de productos de limpieza de escobas y una foto enmarcada de un pequeño Harry siendo alzado por una Hestia de seis años. Hizo una mueca y dejó todo a un lado.

El último regalo era más ligero, lo desenvolvió con rapidez. Algo fluido y de color gris plateado se deslizó hacia el suelo y se quedó brillando. Ron bufó.

—Había oído hablar de esto. Si es lo que pienso, es algo verdaderamente raro y valioso.

—¿Qué es?

—Es una capa invisible. Pruébatela.

Harry se puso la capa sobre los hombros y Ron lanzó un grito.

—¡Lo es! ¡Mira abajo! —Harry se miró los pies, pero ya no estaban. Se dirigió al espejo. Efectivamente: su reflejo lo miraba, pero sólo su cabeza suspendida en el aire, su cuerpo era totalmente invisible. Se puso la capa sobre la cabeza y su imagen desapareció por completo.

—¡Hay una nota! ¡Ha caído una nota! —Ron lucía extremadamente entusiasmado.

Harry se quitó la capa y cogió la nota. Las letras habían sido cuidadosamente trazadas, como si esa persona hubiese estado practicando una nueva tipografía, tenían curvas y estaban ligeramente inclinadas. Con una extraña mueca, leyó su contenido en voz alta:

"Harry, esta capa le perteneció a tu padre y ha pasado por dos personas antes de llegar a tí. Utilízala sabiamente.

Una muy feliz Navidad."

No tenía firma. Harry contempló la nota mientras Ron admiraba la capa.

—¿Qué sucede?

—Nada. —Harry tenía un mal gusto en la boca, sin poder quitar aún sus verdosos ojos de la tinta, estaba algo fresca y la H del comienzo le erizaba la piel, sin estar seguro de porqué. Se guardó la nota y se dirigió a Ron. —¿A tí que te regalaron? 







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Holi, ¿cómo anda mi gente linda?
Decidí que a partir de ahora los capítulos serán más cortos si quiero publicar más seguido, pero espero que los sigan disfrutando. 

𝚃𝚑𝚛𝚘𝚞𝚐𝚑 𝚢𝚘𝚞𝚛 𝚎𝚢𝚎𝚜 - ʰᵃʳʳʸ ᵖᵒᵗᵗᵉʳ ᵘⁿⁱᵛᵉʳˢᵉDonde viven las historias. Descúbrelo ahora