*08*

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El ejercicio me venía demasiado bien para eliminar el estrés.

Mientras me movía esquivando las nuevas mejoras de la sala de entrenamiento al aire libre para evitar las trampas, pude ver por el rabillo del ojo que a JeongIn le estaba costando más de lo normal entrenar el día de hoy pero tampoco es que me diera mucho tiempo de preocuparme por otra cosa que no fuera mi propio cuerpo. Cuando llegué al final de la prueba mis pulmones ardían demandando oxígeno. Jadeando y con las manos en las rodillas observé a mi amigo. Maldecía cada vez que se le enredaba el pie en alguna raíz que trataba de hacernos caer. Las raíces del campo de entrenamiento estaban hechizadas por un espíritu mágico que medía la fuerza mágica del brujo o bruja que usaba las instalaciones y, por voluntad propia, ponía retos progresivos a los usuarios. El objetivo era mejorar poco a poco. Pero siempre se salía de allí con algún cardenal feo...si tenias suerte.

En este caso JeongIn se estaba peleando con las ramas de unos árboles que, muy inteligentemente, lo estaban encerrando en una prisión de madera.

—¡Me cago en la...! —Oí maldecir cuando se dio cuenta, ya demasiado tarde.

Reí ante la impotencia del brujo.

—¿Te ayudo?

—¡Tú! ¡Cállate! —Exclamó.

Me reí todavía más y me senté en el césped de la zona de descanso y estiré los pies. La brisa natural secaba el sudor de mi piel. Cerré los ojos y disfruté del sol de la tarde tan agradable. Estaba a punto de ponerse el sol.

Había dormido unas diez horas y cuando desperté tenía el cuerpo dolorido de haber dormido tanto. El ejercicio me sentó genial para volver a activarme.

Un tronquito chamuscado cayó cerca de mis pies y el olor del abedul quemado llegó a mi nariz. Sonreí aún con los ojos cerrados.

—No lo incendies —Advertí al brujo de fuego. —Sabes que no le gusta.

Exactamente, después de advertirle eso, lo oí gritar y después maldecir como un presidiario.

Lo miré esperando vérmelo exactamente como lo vi.

Al espíritu que le gustaba torturarnos en el campo de entrenamiento no le gustaban los brujos de fuego porque él era un espíritu del bosque, un espíritu de tierra. Y el peor enemigo de este era el fuego. Así que cuando lo vi colgado de una pierna, boca abajo tres metros por encima del suelo, haciendo esfuerzos por soltarse de la enredadera que lo había atrapado y maldiciendo no pude evitar reírme tanto que se me saltaron las lágrimas.

Normalmente JeongIn hacía este circuito antes que yo y nos lo tomábamos como un calentamiento pre-entrenamiento.

Entré en el campo y usé un colchón de aire para ayudarlo a incorporarse.

—Solvite —Ordené con cariño al espíritu de tierra para que la enredadera lo soltara.

El aire no era el mejor amigo de la tierra pero tampoco eran enemigos, por lo que me haría caso si no lo cabreaba.

Cuando JeongIn pisó con los dos pies el suelo, el circuito de entrenamiento había acabado pero el brujo estaba que echaba humo. No estaba en su naturaleza perder.

—Esto no es nada —Traté de tranquilizarlo — Ya verás cuando te agarre ahora en el entrenamiento de verdad.

JeongIn suspiró pero lo dejó pasar. Cosa rara, he de decir...

Al lado de esta sala había otra con suelo de cemento liso, el cual se usaba para otras cosas, pero nosotros solíamos usarla para hacer combates. La sala estaba protegida por un escudo mágico, por lo que ni el fuego, ni el aire mágico podían dañarla.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora