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Caí con un golpe sordo de la cama y la sensación de opresión en el pecho. Oí a alguien gritar y cosas caer al suelo mientras trataba de arrastrarme hasta el balcón en busca de aire fresco, de luz. Porque ahora tampoco veía nada. Solo llevaba unos pantalones de chándal que Changbin me había prestado esa mañana y, aunque no llevaba nada más, estaba sudando y tenía muchísimo calor.

Me sentía enfermo. Enfermo de poder.

No sabía donde estaba el libro.

No veía nada. No oía nada. Solo sentía el frío del suelo pero la ansiedad me ahogaba físicamente.

Me concentré en liberar algo de magia en un estallido antes de que me ahogara de verdad. Las ventanas estallaron y los cristales salieron hacia fuera. Pero aquel simple acto me permitió respirar mejor, el mundo se iluminó progresivamente y ya no oía como si estuviera debajo del agua. Descansé la cabeza en el suelo con el corazón latiéndome una maratón mientras jadeaba y sentía las lágrimas enfriar mis pestañas y la piel que tocaban. Vi a Changbin correr hacia mí mientras gritaba algo a alguien.

Estaba tan aliviado por poder respirar que me daba todo igual. Me había olvidado del libro, del sueño, de Lilith. Solo quería llorar del terror de ser asfixiado cuando Changbin me recogió del suelo y me sentó en la cama. Tenía el cuerpo tembloroso y los músculos hechos papilla por la tensión. Me sentí aliviado por su cercanía, el saber que no estaba solo era agradable y la presencia autoritaria del monarca era lo que mi mente debilitada necesitaba para mantenerse concentrada en ese instante.

Me cogió la cara mientras me decía algo que mi mente no registraba. Sabía que estaba diciendo algo porque movía los labios pero no lo entendía. Solo sabía que dolía. El tacto de sus manos en mi piel, quemaba. Traté de apartarlo sin mucho éxito. Estaba más débil físicamente que nunca.

Oh santo cielo, quería vomitar.

Otra vez la magia estaba amenazando con ahogarme y empecé a hiperventilar. Necesitaba salir de esta habitación si no quería acabar derrumbando el edificio y no estaba seguro de qué pasaría con Changbin si continuaba a mi lado. Traté de levantarme y sentí la voz grave del vampiro vibrar pero seguía sin escucharlo cuando me agarró antes de que me derrumbara en el suelo.

—S-saca...me.

En un instante me sentí ingrávito, flotando, y me di cuenta de que Changbin me llevaba al balcón. De pronto me acordé de algo importante.

—Lib...el...e-l libro. —No sabía si me había entendido pero necesitaba expulsar toda esta magia pronto.

Ya estaba en el balcón cuando la energía se cerró alrededor de mi garganta y mi pecho. Me agarré al cuello de Changbin en un movimiento instintivo antes de apretar los dientes y descargar tal cantidad de energía que en cualquier momento me habría dejado inconsciente, en ese momento solo me daba unos segundos antes de que volviera a recuperar sus niveles nucleares. El mantener a Changbin lo más cerca posible de mi cuerpo era la única forma en la cual lo protegería de hacerle daño. No tuvieron tanta suerte las decoraciones de piedra del jardín ni los arbustos tan cuidados. Habíamos tenido suerte, no había ninguna persona por ahí. Yo sabía perfectamente el momento en el que mi poder arrasó con los elementos decorativos del jardín real y en general todo en su recorrido hacia el bosque. Era increíble como mi poder había crecido en unas pocas horas después de haber tenido sexo con el vampiro. Y no solo había crecido como cuando llueve y la fruta se infla o crece de tamaño pero pierde sabor, no. Mi magia tenía una calidad a la que no estaba acostumbrado.

Y aquello me asustó. ¿Qué se supone que tengo que hacer ahora?

—Tengo el libro, pajarillo. Dime cómo puedo ayudarte —Lo escuché por fin con la voz serena y demandante.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora