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La ayuda de Changbin para mandar a los chicos a sus casas temprano, fue esencial. Solo tuvo que decírselo en ese tono autoritario y sus pobres mentes no tuvieron oportunidad de replicar. Mejor. No era el momento para que la moral interfiriera.

Dos de los tres grupos de patrulla habían llegado ya, aún faltaba el más alejado y entre ellos y el grupo de JeongIn estaban tratando de alejar a los demonios de Ben.

El cuerpo esbelto y usualmente rechoncho de Ben tenía los hombros encorvados y caminaba arrastrando los pies, había perdido como diez kilos y sus ojos estaban sin luz mientras seguía caminando sin mirar por donde iba. Los demonios lo flanqueaban, parecía que querían que llegara a algún lugar y fuera cual fuera ese sitio, no llegaría.

Aún sentía el latido de su inocente magia de agua pero era muy débil y me temía que quizá fuera demasiado tarde para él.

—Iros a casa. —Ordenó el Rey vampiro al último grupo de niños.

Se levantaron como zombies, recogieron sus cosas y se fueron en fila por el camino. Tal y como habían hecho los otros que había mandado a casa.

—Con estos ya no quedan más.

—Vayamos a ayudar a los demás. —Asentí y corrimos donde se estaba desarrollando la batalla.

Ben estaba encerrado en un círculo mágico protector hecho con piedras pintadas con un pentagrama de sangre de los tres brujos y brujas que ahora estaban luchando contra los demonios, codo con codo con los vampiros. Estos demonios ocupaban el cuerpo de tres vampiros fornidos, nada tenían que ver con el demonio con el que habíamos combatido hacía unas horas en un cuerpo humano.

Changbin y yo fuimos ayudando a los que veíamos que estaban pasándolo peor. Un guerrero vampiro joven compañero de una paladín bruja más experimentada, pero sin la ayuda de la fuerza y el temple vampiro, un paladín no era rival contra un demonio de ese nivel. Changbin apoyó a su guerrero y yo me ocupé de proporcionar apoyo mágico a mi compañera de aquelarre.

Las garras del demonio eran negras y tan gruesas que las ropas reforzadas de nuestras vestimentas de combate no eran rivales. Sus ojos como pozos negros y la expresión desfigurada en rabia y placer por proporcionar dolor.

—¡A la derecha! —Grité a Changbin, que no había visto como el demonio que estaba luchando con Hyunjin le lanzaba una piedra del tamaño de su cabeza.

Changbin la agarró al vuelo y la usó como arma propia para golpear las piernas del demonio con el que estaba luchando con el joven guerrero. El golpe fue certero, pero, a pesar de que se oyó el clac del hueso roto, al demonio no pareció dolerle. No podían sacar sus armas si no querían matar los cuerpos vampíricos y teniendo paladines a su lado, eso sería asesinato. Podíamos salvarlos entre todos.

La bruja y yo tratábamos de conjurar hechizos de aturdimiento mientras manteníamos los escudos en los oídos de los vampiros de cada uno y los propios. Los chillidos demoníacos de estos eran terriblemente nauseabundos, pero esta vez iba preparado.

El demonio cayó bajo el peso de los cuerpos vampíricos que lo sujetaban de cara al suelo. El joven guerrero esposó las manos del demonio a la espalda teniendo cuidado de que sus garras no le tocaran la piel. La bruja se apresuró a conjurar la purificación y los gritos desesperados y rabiosos del demonio hicieron vibrar el suelo.

Habiendo tenido la situación controlada tanto por el guerrero vampiro como por la paladín bruja, giramos a ayudar al equipo de JeongIn que era el que más cerca estaba. El equipo de cacería que quedaba por llegar se integró con la otra pareja que aún luchaba a duras penas con el demonio, nada más pisar el césped.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora