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Gracias al cielo fue un sueño reparador del que no me desperté hasta que el sol estaba apunto de esconderse. El cuerpo de la vampiresa dormía tan plácidamente que ocupaba tres cuartos de la cama. Afortunadamente yo había dormido con la cabeza en los pies. No sé bien por qué, en ese momento era divertido.

Miraba el techo escasamente iluminado por una ínfima línea de luz que se filtraba por debajo de la cortina tupida. Me había asegurado de que la ventana estuviera bien cerrada y que el viento no las moviera mientras una vampiresa dormía en la habitación.

Toda la situación de la noche pasada me vino como en flashes mientras recordaba. Mi Zac había vuelto. Maltratado y golpeado pero estaba vivo y eso era lo que contaba. Ese día, si estaba lo suficientemente bien para hablar, le haría algunas preguntas, pero no lo iba a forzar a que me dijera cosas que no quería recordar. Ya teníamos un rastro y lo seguiríamos mientras pudiéramos.

Reorganicé en mi cabeza lo que tenía que hacer hoy y me acordé que aún tenía dos vampiros más en otra habitación.

"Ah... Joder" Changbin aún estaba en el aquelarre.

Su presencia ya no me molestaba, menos después de que le hubiera dicho lo que me molestaba anoche. Realmente no sabía todo lo que me estaba afectando no decirle las cosas a la cara... 

Amigos. Había propuesto ser amigos. Pero que estupidez había dicho... De verdad que a veces deberían atarme por los meñiques y dejarme ahí por una semana. A ver si así se me aclaraba la cabeza. Era obvio que Changbin me atraía sexualmente. ¿Qué coño espero al hacerme amigo del hombre que me enciende más rápido que un incendio en verano?

En fin... 

Esa noche tenía guardia en la ciudad, así que sería mejor que me fuera preparando.

Aparté el pie que Lorena me había tirado sobre el estómago en algún momento. El pantalón de chándal se le había subido por debajo de la rodilla y me llamó la atención la mancha oscura sobre la tibia. Mancha no, un evidente cardenal. Y uno bastante feo he de decir. No me había dado cuenta anoche porque solo me había concentrado en sus pies ampollosos y sucios que para esa hora del día ya habían curado. Por eso me extrañó tanto ese golpe que aún no había curado. No era tan bueno en la magia de curación como los brujos de agua o sangre, pero sabía lo básico. Coloqué una runa rápida sobre su piel y le bajé el bordillo del pantalón para meter su pie debajo de la manta de nuevo. Quizá solo tenía que descansar un poco más. 

Soñaba ajena a todo con la boca ligeramente abierta y sus afilados colmillos brillando ligeramente incluso con la poca luz de la habitación. Tenía el cabello rubio desparramado por la almohada y fruncía la nariz como si lo que estuviera soñando no le hiciera mucha gracia. Tuve que contenerme de sacarle una foto con mi teléfono para después burlarme de ella.

La que yo creía que era una leona, una vampiresa amiga que luchaba con las uñas bien cuidadas y afiladas, así como uno cuidaba algo bonito y peligroso. En realidad tenía una astilla en la pata. Lorena encerraba algo dentro que la había hecho salir ayer aun cuando el sol estaba en el cielo, arriesgando su vida porque se había enterado del emparejamiento de su sobrina. Y estaba muy afectada por ese hecho. Esperaba que hoy estuviera mejor y... Bueno, ya buscaría el momento para hablar con ella. Porque me preocupaba no haberme dado cuenta de que realmente algo le pasaba.

Recogí la camisa y la chaqueta, que me había quitado para dormir, de la silla y con los zapatos en la otra mano, me escabullí de la habitación procurando no hacer mucho ruido.

Una vez fuera me calcé y revisé el teléfono con la camisa colgando del antebrazo. JeongIn me había escrito para preguntarme si estaba todo bien, pero para ese momento yo ya estaba en el quinto sueño, al menos. Le hice un resumen y justo cuando le daba a enviar, la puerta del extremo se abrió sobresaltándome. Changbin salió de la habitación que le había cedido la noche anterior con el ceño fruncido y revisando su teléfono.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora