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Obviamente el que voló durante toda la noche fui yo pero, hicimos una carrera entre los árboles del bosque. Se lo puse fácil, no me tiré en picado por ningún precipicio. Changbin era rápido, muy muy rápido, a pesar de mi velocidad aérea en mi forma de águila tuve que esforzarme más que nunca para ganarle. Y le gané. En dos de las cinco veces que corrimos. Y era la manera más rápida en la que jamás había gastado mi energía. Por lo menos, llegado el amanecer ya no se me escapaba la magia por los poros.

Changbin se fue antes de que el sol asomara por el horizonte y la despedida fue extraña. Por una vez no quería que se fuera, estaba cómodo en su presencia y las pocas veces que había vuelto a mi forma humana no nos habíamos tirado uno en los brazos del otro. No era que yo no quisiera, obviamente que quería, pero me pareció que la conversación y la simple presencia del vampiro a mi lado era más que suficientemente placentero.

Oír su risa y sus intentos de broma eran de lo más graciosos. Aún necesitaba mejorar en eso, pero sí notaba ligeros cambios desde la primera vez que habíamos hablado y más ahora que había bebido mi sangre.

Sus movimientos eran más fluidos, y el color bronceado de su piel seguía impresionándome. BB salía de vez en cuando a jugar con nosotros y solo esas veces era cuando acabábamos en el suelo hechos un remolino de brazos y piernas.

—¡Que no soy tu puta caza, carajo! —Grité a la tercera vez que me atrapó en el aire en forma de águila.

—Lo siento. —Pareció tan arrepentido que lo perdoné al instante.

Realmente era un cachorro de... algo peligroso pero inocente. No me resistí a besarlo en los labios y en ese momento: con el cuerpo del vampiro debajo del mío y yo a horcajadas sobre sus caderas, lo besé.

Changbin volvió a su cuerpo y parpadeó desorientado.

—Cobarde...

—Pero parece una buena forma de hacerlo volver —sonrió pícaro mientras sacaba la lengua y me lamía un labio.

Me lo mordí y con un golpe de viento volví a transformarme en águila para coger ventaja en la carrera.

—¡Eso es trampa! —Lo oí gritar.

Pero su risa ronca resonó en las copas de los árboles mientras esquivaba ramas bajas.

Aquella fue una de las carreras que gané.

Fue una noche genial y ahora, acostado en una colina esperando que amaneciera, recordaba todo aquello y pensaba que ahora estaba empezando a considerar a Changbin como un amigo, a pesar de la tensión sexual que nos arrollaba nada más vernos y del hecho de que era su Est Liber, Changbin no me forzaba a nada. Quizá solo quisiera estar a mi lado como dijo anoche.

Eso sí podía dárselo. Porque no me sentía forzado a nada y realmente quería hacerlo.

Quizá era la ansiedad a sentirme controlado, enjaulado por el hecho de ser esa cosa como la pareja destinada de un vampiro, lo que me tenía en constante tensión. Por no hablar del hecho de que Changbin no era un vampiro cualquiera...

El cielo comenzaba a clarear y me llevé inconscientemente la mano al pecho.

Ah, ya no está aquí. Recordé.

Entonces subí la mano al cuello, los remolinos negros vibraban solo de recordar el mordisco de Changbin.

Supongo que si algo andara mal con mi núcleo lo sabría... ¿no? ¿Si su mordisco hubiera creado una fluctuación de mi peder, hubiera podido estar tantas horas al cien por cien en todo momento? Ni siquiera ahora estaba cansado. Pero sí tenía hambre. Después de todo solo me había comido una manzana como cena.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora