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Sabía que quizá me había extralimitado. Lo más probable fuera que Félix se enfadara conmigo también después de haberle dicho aquello a los vampiros. Pero conocía a mi amigo, él hubiera hecho lo mismo por mí.

Ahora, rodeado por aquellos guerreros y generales del Rey, me sentía fuera de lugar.

Sorprendentemente el contacto con Hyunjin no me molestaba en estos momentos de tensión. Y lo que hacía días que me preocupaba pareció evaporarse de mi subconsciente.

La pareja de vampiros se acercó a nosotros.

—¿Está bien Félix? —Preguntó Minho. Ninguno de los dos generales habían dicho nada desde que llegué.

—No.

—Por los clavos de cristo... Le voy a dar una patada en el trasero a ese Rey ciego...

Las palabras del otro vampiro me dejaron boquiabierto. ¿Se suponía que hablaran así de su Rey?

El suspiro de Hyunjin me hizo girar a verlo a un lado de mí. Tenía una mano dentro del bolsillo trasero del pantalón y con la otra se masajeaba la nuca.

—No eres el más indicado para hablar, Jisung.

—Yo no traté a Minho así nunca.

La risa del susodicho me sorprendió y más cuando le pasó un brazo sobre los hombros y le dejó un beso sobre el cuello. Jisung le enseñó los dientes en un gesto feroz pero se recargó contra su pecho con gesto enfadado.

Espera, espera...

—¿De qué estáis hablando?

--🦇--

Nadie me vio cuando salí corriendo por los pasillos. No era que me estuviera esforzando, solo que tenía tanta prisa en verlo que para la vista normal debía de parecer solo un borrón. Ya apenas quedaban personas por allí de todas formas, cada una en lo suyo.

Me conocía el colegio como la palma de mi mano, por lo que me dirigí directamente a la salida B, al nogal que describió JeongIn y lo encontré rodeado de palomas, pájaros pequeños y tres águilas que montaban guardia en las ramas más bajas del árbol.

Reduje la velocidad al encontrarme con tal guardia animal. Que, al contrario que las personas, ellos sí me veían a pesar de mi velocidad. O quizá era eso que la naturaleza sabía antes que las personas. Pero aquello no me preocupó a pesar de la atenta mirada de las tres águilas que se movían inquietas apretando las garras sobre las ramas, advirtiéndome.

Lo que de verdad tenía mi atención era el cuerpo flácido de Félix. Su respiración era superficial y rápida y parecía completamente inconsciente, extendido de lado sobre el césped. Su cuerpo había caído de cualquier manera y ahí se había quedado. Me arrodillé a su lado con el corazón latiéndome a mil por hora. Dándome cuenta de que era la primera vez que lo veía de verdad, que era la primera vez que me paraba a dejarme sentir lo que fuera que su presencia despertaba en mí. A pesar de estar inconsciente, solo su cuerpo allí, el mío reaccionaba.

Sé que no es en el corazón donde se sienten las cosas, que son solo estímulos nerviosos mandando información desde el cerebro, pero en ese momento me pesaba el corazón, la presión allí era dolorosa. No sabía qué era, no estaba seguro de nada ahora mismo. Solo quería volver a ver ese brillo en sus ojos mágicos, quería que me gritara, que se enfadara, que me golpeara si es lo que quería. Pero no podía perderlo. No ahora que había traído el sol a mi vida de nuevo.

Realmente dolía allí. Me froté donde latía el órgano y me encogí rogando al cielo que me diera fuerzas para soportarlo. Mi frente tocó con su brazo en ese momento y las lágrimas brotaron de mis ojos como una cascada.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora