Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1]

*38*

Estaba resultando una noche bastante ajetreada. Sobre todo porque nos habíamos encontrado con otra patrulla de vampiros dirigida por el general Minho y había solicitado unírsenos. Yo acepté ya que era el encargado de mis paladines esa noche y la última vez no había salido nada mal el emparejamiento. De nuevo nos habíamos separado por parejas, de esa manera cubrimos más terreno el vampiro con el que hice pareja no era muy hablador y, sobre todo, era más frío que un témpano de hielo. ¿Changbin había sido así cuando lo conocí? No recordaba bien... No es que el guerrero fuera maleducado, respondía a mis preguntas si las hacía. Lo justo y necesario. Pero no mantenía las distancias como si le incomodara mi presencia.

Acabé por pensar que estaba cómodo con mi presencia y a mitad de la noche llegué a la conclusión de que, simplemente, era así.

Rayando las cuatro de la mañana habíamos exterminado a tres demonios, uno de ellos, vampiro. Así que cuando pasé por las puertas de mi casa estaba cansado, pero satisfecho. 

Me di una ducha rápida y me vestí con ropa limpia de nuevo. Tenía algo que comprobar antes de poder irme a descansar.

Chan me mantenía informado de cualquier cambio con respecto a Zac. El adolescente seguía en un sueño reparativo. Eso estaba bien. Y Changbin, Kayle y Lorena se habían ido al inicio de la noche no sin antes agradecer la hospitalidad recibida. 

— “¿A dónde vas?” —Flynn voló con sus alas emplumadas hasta la cómoda donde estaba sacando una camisa térmica negra.

—Quiero volver al sitio donde se supone que Woojin se llevó a los vampiros.

— “¿Vas a ir a sus casas?” 

—No, al otro lado del puente.

El pelo blanco de su lomo se crispó.

— “¿Por qué quieres ir allí? No irás solo, ¿verdad?” —Me encogí de hombros y agarré la chaqueta con capucha. — “¿Y tu vampiro?”

Suspiré.

—No es mi nada.

El Libro del Viento tambaleó en la estantería como si él también tuviera algo que decir sobre eso.

— “También lo creo.”

Miré a uno y al otro. ¿Se entendían?

—¿Qué dijo?

— “Que estás negando lo evidente.”

Negué con la cabeza a los delirios de estas dos celestinas.

—De verdad os aburrís.

Flynn se acercó planeando a la estantería y se sentó al lado del Libro del Viento como si hablara con un amigo.

— “Cualquier día de estos nos viene con marcas de colmillos en el cuello.”  —Le contaba como si no estuviera allí.

El libro le respondió temblando otra vez.

— “Ay, pero yo creo que está bien.” —Otro temblor. — “Que va... no es así.” —Una carcajada estridente y musical. Mientras los oía hablar de manera unilateral yo me iba guardando mis armas en los bolsillos mientras terminaba de prepararme. — “¡Ojalá!” 

—Bueno, cotillas. Os dejo. No me rompáis la casa mientras no estoy. —Advertí con una mirada a Flynn que más de una vez me había tirado todos los libros de la estantería con sus ráfagas de viento.

— “¡Que te vaya bien! ¡Vuelve vivo! 

Siempre tan dramática...

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