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El camino normal de veinte minutos lo recorrimos en la mitad de tiempo. Ni siquiera me importó lo rápido que conducía Changbin. Kayle no colgó en los diez minutos que tardamos en llegar, no avisé a Chan tampoco. Un chico que se parecía a mí. Zac era rubio y sus ojos claros lo hacían parecerse un poco a mí. ¿Quizá era él?

Advertí a Kayle de que no lo tocaran, si era portador del mismo hechizo que tenía Ben, podríamos no llegar a tiempo para salvar a los niños. Pero Kayle lo había tocado cuando se desplomó en el suelo. Su rapidez la hizo reaccionar más rápido que los demás y evitó que cayera de manera brusca al suelo. Si era Zac, él era más alto que ella por unos diez o quince centímetros... Pero, claro, ella era vampira. Sus fuerzas no eran comparables.

Entramos por el camino que habían seguido las ambulancias aquella noche y salimos del coche. Un Harry muy alterado salió a buscarnos y nos llevó por el sendero hasta adentrarnos en una arboleda tupida. Era extraño que los chicos estuvieran allí, sobre todo porque aquel era el lugar en el que a los adolescentes brujos les gustaba transitar.

Kayle estaba sentada en el césped de espaldas a nosotros sosteniendo la cabeza del brujo contra su pecho y le sostenía la mano. Se había sacado el amuleto y ahora lo llevaba a la vista sobre la camisa de los Beatles. Wen hablaba con ella tranquilamente mientras esperaban.

El miedo amenazó con paralizarme. Aún no le había visto el rostro, pero sabía quien era solo con ver su cuerpo. Aún así, temí. Temí que no fuera él, que de nuevo fuera una falsa alarma, que me hubiera hecho ilusiones. Pero no dejé que me venciera la espera. Rodeé el cuerpo de mi aprendiz y Wen se hizo a un lado para dejarme pasar.

Dejé escapar un jadeo.

—Zac. —Lo llamé acariciandole la mejilla pálida. Estaba caliente debajo. Estaba vivo y era real.

Abrí su chaqueta a toda prisa y puse la mano sobre su núcleo. El alivio de sentir su núcleo tan puro como siempre casi me hace llorar de alivio. Seguí inspeccionando su cuerpo con mi magia buscando cualquier rastro de contaminación. Estaba delgado, no tanto como Ben, pero se le notaba en las mejillas que había perdido peso. El bello facial de unas semanas decoraba su rostro y las ojeras eran evidentemente indicativas del estrés. El cabello rubio, algo más oscuro que el mío, revuelto y sucio. Quería abrazarlo, hacer que se despertara, volver a ver la vida salvaje en esos ojos indómitos como el mismo cielo antes de la tormenta.

Teníamos ligeras diferencias, él y yo. Su cabello era de un rubio más oscuro que el mío y sus ojos no eran tan azules, una mezcla entre gris y azul. Exactamente como el cielo antes de una tormenta. Y a pesar de sus escasos diecisiete años, ya tenía la altura y el físico de un chico de veinte.

—¿Estás bien, cariño? —Changbin se arrodilló detrás de la cabeza de Zac y al lado de su hija. Ella asintió pero parecía confusa.

A pesar de que Zac estaba inconsciente, su mano aferraba la de ella con fuerza.

—No se han soltado desde que apareció. —Comentó Wen percatándose de mi mirada.

Asentí y lo dejé estar.

—Cuéntame lo que ha pasado, por favor. —Parecía que Wen era el que mejor controlaba la situación, el más tranquilo. A lo mejor podría decirnos lo que había visto de manera más objetiva.

Sus ojos oscuros me miraron fijamente cuando empezó a hablar y su mirada fue de la mía a la de su Rey. Para un adolescente de quince años, poder hacer aquello fue digno de respeto.

Pero ya me daba cuenta que aquel particular trío era nada común. Y muy especial para Kayle.

—Quedamos para dar un paseo y hacer que los brujos y los humanos vieran a Kayle paseando como uno más. Nos pareció una buena manera de ayudar a Su Majestad. —Dijo esto último mirando a Changbin. Yo no sabía de qué estaba hablando pero lo dejé continuar. —Habían brujos que Kayle había visto en el aquelarre. Estuvimos un rato hablando con ellos y nos invitaron a la una a una pequeña reunión un poco más a dentro de la arboleda. —Señaló con la barbilla hacia el interior de los árboles. Ciertamente se veían luces pero no llegaba a escuchar música. Supuse que los vampiros de mi alrededor sí lo harían.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora