*11*

1.6K 247 36
                                    

Por suerte llegamos enseguida a la biblioteca y me perdí en los recuerdos de cuando estuve allí por primera vez, de los años que pasé estudiando entre aquellos sabios tomos. El olor no había cambiado. El aroma del papel y la tinta encuadernados en tapas duras o blandas, ficheros con cientos y cientos de historias que tanto hombres como mujeres habían dejado registradas en sus páginas.

Me había olvidado de lo que disfrutaba en lugares como aquellos. La sensación era la misma que en aquel entonces. Como si las incógnitas del mundo estuvieran allí reunidas, tan solo esperando a ser leídas y comprendidas, luego enseñadas a más y más personas de gustos similares. De esa manera y en cadena, las personas sabrían lo que a otros les había costado años entender.

Las largas mesas seguían donde siempre, las lámparas eran nuevas, más modernas. El escritorio de recepción también era algo diferente pero el recepcionista era el de siempre. Lo saludé con la mano y una sonrisa el cual me devolvió con toda la euforia de la que era capaz un vampiro.

—¿Has estado aquí antes? —Me preguntó Changbin mientras saludaba al recepcionista con una inclinación de cabeza.

—Solía venir a consultar algunos libros. —Dije simplemente.

—Yo también lo hacía. —Me sorprendió diciendo cuando creí que no iba a responder. —Es un buen lugar para estar solo.

Aquel último comentario me dejó pensativo. Soledad. No era nada malo querer estar solo. Incluso yo, habían veces en las que necesitaba y quería estar solo. Comprendí que para el Rey, aquel lugar era algo parecido a un refugio.

Nos pusimos al día de lo que sabíamos hasta ahora sobre el intento de robo. Parecía ser que el informe de Jisung estaba bastante actualizado, no sabían nada nuevo. La escena del crimen no había sido limpiada, por lo que estaba casi intacta.

Llegamos a la puerta de acceso limitado en la que había sucedido el intento de robo esa mañana. El vampiro sacó la tarjeta que abría la primera puerta, entramos a una pequeña salita iluminada por una luz blanca de lo más artificial. El corazón se me aceleró de impaciencia, me oía mis propios latidos en los oídos.

Changbin frunció el ceño al verme pero no dijo nada. Yo me di cuenta de que se había dado cuenta de mi alteración.

—Hace años que he querido entrar en esta habitación. Pero como era de acceso restringido nunca pude verla. —Expliqué brevemente.

Asintió y se colocó frente al escáner ocular. La puerta se abrió con un click. Casi doy saltitos en el sitio queriendo apartar el cuerpo del Rey para pasar y ver. Creí que me había leído el pensamiento cuando abrió la puerta y se hizo a un lado para que pasara primero.

La sala no era grande, apenas unos metros cuadrados y una mesa con una silla y una lámpara más vieja que las de fuera, en el centro de la sala. Al menos eso supuse que debió ser antes del ataque. Ahora mismo solo quedaban restos destrozados del cristal verde de la lámpara por el suelo, la silla volcada en el otro lado de la sala y en la mesa, libros abiertos en páginas aleatorias y aplastadas con otros libros volcados y al revés. Como si los hubieran tirado o se hubiesen caído, tal como estaban la mayoría de los libros en las estanterías, ahora en el suelo la mayoría.

La chapuza de aquel ataque había sido tal que no había hecho falta ser un experto para saber que aquello se trataba de brujos. Un gran pentagrama quemaba el suelo de madera. Aquel era uno de los símbolos más potentes de la magia y a la vez uno de los más conocidos por todos, se nos enseñaba a usarlo desde bien pequeños. Yo mismo era uno de los profesores que enseñaba su uso cuando tenía algo de tiempo.

Aunque aquello era lo más llamativo de la estancia no pude evitar fijarme en cómo las tablas de madera se habían deformado en el suelo, la manera en la que pequeñas ramitas habían crecido de ellas, pegándose a las maderas de las estanterías. Las cuales habían casi florecido con las enredaderas que viajaban hacia el techo. Las pobres plantas no sobrevivirán mucho allí dentro sin un rayo de luz natural y, por supuesto, no habían crecido así de manera natural.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora