*07*

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Entré en mi habitación dando un portazo sin usar las manos.

¿Pero qué mierda le pasa? ¿Cómo se atreve a hacerme eso?

Acorralado cómo una presa. Y después con una tensión rara que hizo que me relajara en sus brazos. Santo cielo... Debía estarme volviendo loco. Sin duda algo me pasaba en la cabeza porque yo no era así.

Me desnudé con movimientos furiosos, lanzando la ropa al suelo imaginándome que donde caía era la cara del estirado y pretencioso Rey vampiro.

Abrí la ducha de agua caliente y no esperé a que subiera la temperatura. Los pinchazos del agua fría lograron distraer mi mente al apretar los dientes y aguantar el frío. Cerré los ojos, solo concentrándome en eso. Y cuando la temperatura subió, el alivio fue tal que permitió que mis músculos se relajaran, así como mi mente. El trisquel en mi pecho también había dejado de hormiguear desde que había empezado en el coche. A veces lo hacía como advertencia.

Atiné a enjabonarme el pelo y el cuerpo antes de que me quedara dormido de pie. En algún momento me senté en la ducha para dejar que me lloviera el agua de la ducha y, poco a poco, se llevara el jabón, sin prisas. Ese momento en el que mi mente estaba libre de la indignación y media hipnotizada por el sonido y la agradable temperatura de la ducha le permití a mi mente divagar a donde quisiera.

Yo sabía que no había otro sitio donde quisiera ir que no fuera recordar la pequeña escenita en el coche.

Entre los vapores de agua olí el masculino perfume de su pelo, oí el golpeteo de su pulso y su voz grave e inexpresiva. Aún no sabía por qué me odiaba tanto y aunque no era un odio personal sentía que aprovechaba cualquier oportunidad para dejar salir su ira y frustración.

Apoyé la cabeza en las baldosas de la ducha, me pesaba demasiado.

Llegué a la conclusión de que me sentía confundido. A pesar de que era odioso conmigo y nada simpático, era políticamente correcto y, por alguna extraña razón, eso me hacía querer provocarlo. Por eso fue por lo que lo había incitado en el coche, por lo que lo había tocado cuando solo quería golpearlo para que se alejara.

"No deberías jugar con cosas que no puedes manejar, Felix."

¿Por qué de toda aquella frase solo se repetía en bucle mi nombre pronunciado por su voz? Una y otra y otra vez...

Cuanto más me afectaba, más me molestaba. ¿Desde cuándo me gustaban los vampiros? Los colmillos nunca me parecieron sexis, siempre había pensado que eran molestos y poco prácticos además de dolorosos. Esas historias de que el mordisco de un vampiro era como un orgasmo era mentira. Vamos a ver, ¿La gente no pensaba? Para que un vampiro chupara sangre de la vena debía atravesar la piel. Con los dientes. No digamos, además, que los grandes vasos del cuerpo estaban en zonas muy sensibles. A eso agregémosle el factor de que los colmillos vampíricos estaban tan afilados que no les hacía falta aplicar mucha fuerza. Eran como dos punzones de un centímetro.

En el caso de que supieran controlarse lo suficiente como para no dejarte seco, había que tener muchísimo cuidado con los dos agujeros que dejaban los colmillos. La saliva de los vampiros podía provocar la primera fase de la coagulación en el cuerpo humano y si el vampiro quería, aquello no dejaría marca. Lastimosamente esto no era lo que pasaba en la vida real. Eran muchos los vampiros drogadictos de sangre y los humanos masoquistas que vendían su sangre para ellos. Todos los días salían en las noticias de alguna persona muerta desangrada en algún callejón con marcas recientes y antiguas por el cuerpo, la mayor parte de la demanda de personal sanitario eran los cardiólogos y especialistas de transtornos de la sangre. Incluso yo mismo tenía clientes que acudían buscando pociones para hacer su sangre más pura, más rica y apetecible para los vampiros, suplementos mágicos para que recuperaran las fuerzas más rápido.

Et Sanguis Magicae ||ChangLix|| [1] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora