México y Chile...

211 12 23
                                    

—Dime...dime...dime...—repetía una y otra vez el mexicano, mientras que picaba la mejilla de su mejor amigo Chile.—wey ya dime~~.—un pequeño quejido salió de sus labios al no ver ningún avance por parte del menor.

—No.

—Wey por favor.

—Que no weon.

—¿Por qué no?

—Por qué no.

Chile miró al reloj de su muñeca, contando ya 30 minutos desde que México le estaba insistiendo para que le dijera si tenía un hermano gemelo o algo por el estilo. Su insistencia era tal que incluso lo tenía sujetado de la cola para que no se fuera a otro lugar, cosa que no era posible al estar en la casa del sudamericano.

—Aparte, ¿por qué chucha tendría un hermano gemelo de repente si me conoces de casi toda la vida?—le preguntó con los brazos cruzados, mirando cómo México alzaba los hombros restándole importancia.

—Es que antes de que me fuera de la sede, me topé con vato igualito a ti, y el cabrón me golpeó en la cara.—se sobó su mejilla donde había recibido aquel puñetazo, recordando perfectamente todo.—sólo le pregunté quien era y cómo que se alocó o que sé yo, pero me golpeó, aunque eso si, se parecían mucho pero tú estás más guapo.—le guiñó el ojo con picardía, ganándose una pequeña risa por parte del chileno.

—Me alagas weon...—su risa se detuvo, acercando su mano a la mejilla inflamada que tenía el norteamericano.—¿por eso esta así de inflamada?—México asintió con la cabeza sin quitar el contacto que recibía con mucho cariño.—¿y cómo era? Dices que era igual a mi.

—Pues si, pero tenían unas cosas diferentes; el no tenía un parche de estrella, tampoco tu cola de reptil o de lo que sea, y su cabello era color azul, aparte de que él tenía la parte azul de la bandera más larga.—dijo, sin notar que la sonrisa de Chile se desaparecía de poco a poco.

—¿De que color eran sus ojos?—le preguntó con las voz decaída.

—No me acuerdo, creo que café, creo.—remarcó lo último dicho con duda.

—Ahh...—quitó su mano de la cara del mayor, mientras su mirada se dirigía a otro lugar, intentando evitar la mirada de duda que le dirigía el mayor.—¿enserio te topaste con él?

—¿Con quién?

—¡Vamos, Mex! Sabes de quién hablo.—miró levemente a los ojos de México, mientras sentía como de su cuerpo se apoderaban unas ganas de llorar.

—¡¿P-por qué lloras?!—México acercó sus manos a las mejillas del chileno, quitando el parche que cubría su ojo para dejar caer las lágrimas que soltaba Chile. Sus manos se encargaban de limpiar las gotas que resbalaban de los ojos del menor, para posteriormente acercarlo a su pecho, escuchando los sollozos que soltaba.—ya, ya no llores, dime qué pasa.

—¿Me quieres sólo por el echo de parecerme a él?—preguntó con la voz entrecortada.

—¿Qué? ¡No! Sabes que yo te quiero.—lo apretó más fuerte mientras depositaba unos pequeños besos en la cabellera del chileno.

—¡Dime la verdad!—se alejó del pecho del mayor, cortando así todo contacto que mantenían.—todo dicen que te juntas conmigo por el echo de que me parezco a Texas.

—No sé quién vergas es Texas pero te juro que yo si te quiero.—intentó hacer que Chile lo mirara, pero sólo conseguía negaciones por su parte.—Chile...te lo digo enserio, no sé quién es Texas, sólo sé que es un estado de USA.

Tal vez si México tuviera memoria de lo que había pasado o estuviera enterado de todas las palabras que recibía Chile respecto a su amistad día con día, entendería por que el chileno se había puesto de esa manera tan sensible, evitando por completo su mirada mientras susurraba palabras poco entendibles para él. La tristeza que sentía Chile con respecto a todo era muy grande, y no tenía las fuerzas suficientes para ver al rostro del mexicano, sentía que todo se basaba en una mentira, algo que fácilmente se puede romper con un toque delicado.

—¿Por qué crees que yo me junto contigo sólo por que te pareces a él?—lo tomó de las mejillas, obligándolo a verlo a los ojos.—sabes que te quiero mucho.

—Todos dicen que te juntas conmigo sólo por que me parezco a él.—dijo con la voz entrecortada.

—Pues están muy pendejos.—depositó un beso en la frente del menor y otro en el párpado donde estaba el ojo en forma de estrella.—yo te quiero mucho.

Todo se quedó en un silencio agradable, donde sólo se escuchaba la tranquila respiración de los latinoamericanos que se abrazaban con mucho cariño.

—¿Quieres cojer?

El gruñido de enojo que hizo el menor le dio a entender que fue una muy mala idea decir eso, así que no le quedó de otra que disculparse con risas de fondo.

Pero algo había quedado muy claro para el sudamericano; ya no importaba cuantas veces le dijeran que México se juntaba con él sólo por que se parece a Texas, ahora sabía perfectamente que realmente era alguien muy importante para el norteamericano, era con quien podía confiar y podía contar si lo necesitaba. Era más que suficiente para ignorar todo lo que decían, estaba calmado.

Headcanon [Countryhumans]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora