capítulo veintinueve.

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Dejando su té y muffins de lado, el moreno observó con atención los gestos del contrario frente a él. Su ceño fruncido y los suspiros que este soltaba a cada minuto mientras leía los papeles frente a él.

Zayn no sabía claramente si intervenir o dejarlo en su propio mundo, pero cuando vió que el castaño estaba a nada de explotar decidió meterse, con su mano libre, bajo el papeleo de entre la manos del otro y le dedicó una sonrisa compasiva.

- deja eso, Liam. - masculló. - mejor prestale atención a la película, se pone interesante.

- bebé, no puedo perder tiempo en las películas, ahora tengo algo importante que hacer. - se quejó el ojimiel.

- bueno, esa cosa tan importante, está sacandote canas verdes, así que deja esa mierda y ven aquí. - habló firme, su sonrisa expresando la poca paciencia que ya reinaba su interior, soltando otro largo suspiro, el castaño asintió para luego dejar los papeles en el maletín y luego atrayendo el delgado cuerpecito del azabache entre sus brazos.

- lo siento, mí amor, estos días en la empresa han estado agotando todo mí potencial y desde luego, las exigencias de Maya están acabando con mí ser. - expresó su desespero mientras dejaba pequeños besos en el suave cabello del contrario. - ella quiere que de lo mejor de mí, estoy intentando hacerlo.

- es que acaso ¿Ella es tu jefa? - bufó el de ojos ámbar. - tu serás el jefe ahí, no ella. Está bien que sea tu guía, pero tampoco se abuse del privilegio. - dejo saber sus quejas y es que esta semana en la que Liam había frecuentado la empresa de su progenitor, la chica, hija del mayor socio y mano derecha de Geoff, maya Henry, había estado detrás de su novio todos los malditos días, aprobando y negando cada paso del castaño y tomando todo su tiempo.

Claramente Zayn no debería sentir los celos enfermizos que se adueñaban de su anatomía, no, claro que no. Pero, demonios ¡Era tan frustrante que a las dos putas de la mañana, Liam recibiera mensajes de la mujer, por cualquier insignificante motivo! Él era una persona la cual se describía como bastante madura, capaz de saber diferenciar el trabajo con sus problemas personales, pero es que ni siquiera Shawn, Josh, o el mismísimo Niall se encargaban de molestar al castaño a cada minuto del día.

Soltando una leve risita, el castaño lo apretujó contra su pecho y le dio unos sonores besos repartidos por todo su rostro.

- no, claro que no es mí jefa, señor celoso. - se bufó el ojimiel. - solo quiere que haga todo a la perfección.

- pues eres humano, no quiero que te trate como si fueras una puta máquina, haciendo y deshaciendo todo a su jodido antojo. - volvió a expresarse con molestia. - ¡Agh! Liam, ni siquiera hemos salido los tres como una familia normal sin que ella interfiera con todo.

- esto solo es por ser la primera vez, amor, dejará de molestar, ya lo verás.

- espero que así sea.

- ¡Zee! ¡Zee! - la pequeña y ahogada voz de la pequeña en la habitación los hizo fijar su vista en ella. La pequeña ya tenía su propia camita para ella sola, pero estos últimos días, había despertado llorando y con problemas naturales acompañándola, haciendo que los dos mayores se turnasen para consolarla y hacerle saber que todo estaba bien.

Saliendo de un solo salto de la cama, el moreno se acercó hasta la cama junta y se sentó sobre ella, tomando al pequeño revoltijo de nervios en sus brazos y comenzando a mecerla para tranquilizarla.

- hey, mí amor ¿Que está mal? - preguntó suavemente. Dándole pequeñas caricias en el hermoso y castaño cabello de la menor.

- rum, rum malo, tío Zee. - hipó la ojiazul, aferrándose a su cuello. - papi durmió, él, él está dormido, Zee. Papá no despielta. - murmuró.

bajo el mismo techo. (Ziam MAYNE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora