capítulo treinta.

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- ¿Que haces? - preguntó con nerviosismo el castaño a la chica frente a él.

Liam no era estúpido, el se dió cuenta desde el principio de que su compañera intentaba llegar más allá de una simple relación de trabajo con él.

- solo quería acariciar tu mano. - dijo con inocencia la mujer, sus mejillas tomando un color rojo al mismo tiempo que sus palabras salían de su boca.

Respirando profundo, Liam decidió dejar pasar aquello. - ¿Que han dicho de la empresa de los Robbins?

- bueno. - la pelinegra se acomodó en su asiento. - están muy felices de saber que su sociedad con las empresas Payne estarán bajo un buen cuidado. - sonrió. - eres muy bueno para esto, Liam.

- gracias. - respondió desinteresado. - pero ya te he dicho que esto no será permanente, solo quiero dejar todo en perfectas condiciones para luego volver a mí vida normal.

En ceño de la contraria se frunció. - pero, Liam. Te necesitamos aquí.

- está no es mí vida, Maya. - Liam tragó saliva en cuanto vió a la mujer acercarse más a donde él se encontraba. - mí trabajo es ser productor y además, tengo una familia ahora.

- Liam, Liam, Liam... Aún eres muy joven para atarte a una familia que ni siquiera es tuya. - dijo con simpleza. - me haz dicho que esa pequeña no es más que tú ahijada y esa.. relación que ahora mantienes, apenas ha comenzado. - volvió a acercarse más a él. Respiraciones juntandose. - yo podría... Podría hacerte ver el mundo que tú quieres ignorar, todo lo que te estás perdiendo.

- no estoy perdiendome nada. - replicó, su voz sonando más dura. - no se de qué demonios estás ha-

La oracion quedó ahogada en su boca en cuanto los labios ajenos se posaron en los suyos propios. Su corazón agitándose y su vista nublandose, sintió ganas de vomitar en ese mismo momento y en cuanto se separó bruscamente de su compañera, vió como una figura pasó por su lado saliendo del establecimiento. Su corazón amenazaba con salirse de su propio pecho, en cuanto reconoció el indiscutible e irremplazable cuerpo del azabache saliendo de allí.
¿Acaso era Zayn? ¿Acaso el había visto todo aquello? Un jadeo salió de sus labios y se puso de pie rápidamente. Señalando con su índice acusatoriamente hacia su compañía recuperó un poco su jodida voz para hablar.

- no vuelvas a siquiera intentar acercarte a mí nuevamente, Henry. - dijo para luego dejar unos billetes en la mesa y correr hacia fuera.

Viendo a su alrededor, vió como el moreno estaba subiéndose a un auto, corrió hasta él y lo atrapó justo cuando esté encendía el carro.

- ¡Zayn! - golpeó la ventanilla. - ¡Amor, te juro que no es lo que piensas!

Los ojos llenos de lágrimas y rabia se posaron en los suyos, una mirada que jamás había visto de parte de Zayn dirigida hacia el, ni siquiera cuando fingian odiarse. Una mirada llena de dolor y decepción.

- ¡Vete a la mierda, Liam!

Y con esas simples y dolorosas palabras el moreno arrancó haciendo chirriar las llantas sobre el pavimento, para luego perderse de la vista del castaño. Quien quitando lágrimas de sus mejillas corrió en dirección hacia su propio automóvil y emprendió viaje hacia el hogar de sus padres.

°°°°°°°°

Sin siquiera apagar el motor del auto, el moreno entró corriendo a la casa, sintiéndose estúpido y herido, entro a la edificación siendo recibido por una amable sonrisa de parte de Sarah, quien borro al instante su mueca al ver el estado en el que el chico entró.

- cariño ¿Que te sucedió? - cuestionó con suma preocupación.

El moreno negó con la cabeza, su pecho dolía y su garganta ardía, pidiendo liberar un insoportable llanto. - ¿D-donde e-esta Darcy? - preguntó apenas audible.

bajo el mismo techo. (Ziam MAYNE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora