23: Decepción.

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Luz.

Voy a mi habitación rato después, Aidan aún no sube así que termino acostándome sola.

El sueño no llega y el reloj sobre la mesita marca las 1:00 am.

La puerta se abre y minutos más tarde la cama se hunde a mi lado.

—Sé que estás despierta, mi Luna —intenta abrazarme y me remuevo incómoda.

Me siento y la mirada seria que le doy hace que se enderece.

—Te daré la oportunidad de que me expliques, pero quiero que sepas que estoy muy decepcionada.

—¿De qué hablas, mi amor? —niega confundido.

—Anastasia dice que hablaste con los maestros para que ella no entrara a la academia. ¿Sabes la vergüenza que me da saber algo así de ti?

—Yo... ¿Por qué hablas con esa chica? No debes resolverle la vida —Se queja y rueda los ojos, que evada lo que digo hace que me enoje.

—Es buena persona y no merece tu abuso de poder...

—¡¿Abuso de poder?! Nunca he hecho una cosa así —frunce el ceño.

—¡Sí, lo haces! Piensa en la gente, no se hace a los otros lo que no quieres que te hagan a ti —reclamo.

—Ella no debe pedirte nada —Se levanta y me da la espalda, hago lo mismo y pongo la mano en su hombro para poder verlo a la cara.

«Me veo ridícula peleando con un hombre tan alto».

—No me lo pidió, lo hago porque quiero. Escuchame Aidan, si quieres que esto funcione vas a tener que esforzarte, porque yo no voy a estar con un cavernícola —vuelvo a la cama y me acomodo dándole la espalda —Ah... no me toques o me largo a dormir al sofá.

Lo escucho refunfuñar, también como se quita la ropa y se acuesta a mi lado, casi una hora más tarde sigue dando vueltas.

—No es mi culpa —murmura y yo me quedo en la misma posición esperando que siga —Su mamá me lo pidió, Johanna se enteró que había sido aceptada y fue rogando a mi despacho para que eso no pasara. Es su madre y yo no iba a intervenir en eso, pero si hubiese tenido que opinar en lo que pasó. Te diría que no quiere alejarse de su hija, de una manera egoísta, lo sé.

Me doy la vuelta quedando cerca de él, está mirando el techo y su perfil es... Wow.

—¿Por qué hacerle eso a su propia hija? Ella dijo que se esforzó tanto...

—No lo sé —interrumpe —No es mi problema y tampoco el tuyo.

—Debo decírselo, ella piensa...

—No, no debes —Abraza mis caderas y mete la cara en mi cuello. Decido no volver a contestar.

Se queda así e intento conciliar el sueño, el enojo se fue, ahora tengo ganas de...

—Duérmete —ordena.

Me remuevo una y otra vez, sin poder calmar las ansias. Necesito... Lo necesito a él. «¿Cómo le digo a Aidan que tengo ganas a esta hora de la madrugada? ¿No era que estaba enojada?»

—¿Aidan?

—¿Uhum? —Su respiración me hace cosquillas.

—¿Cómo se siente mi aroma? —Lanzo la indirecta y la capta enseguida,ya que se ríe y siento como la sangre me sube al rostro. Su aliento en mi cuello no ayuda.

—Muy dulce —murmura antes de morder mi piel justo donde está, muevo las caderas y separo un poco las piernas cuando su mano hurga dentro de mi ropa.

Mate del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora