38: Celo.

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Disfruten del capítulo que he hecho con tanto amor.

Luz.

Quiero entender el dolor de Aidan. Sé que sufre por el calor del celo y por eso intento ayudarlo... En la forma que necesita. Además me ayudó a que mi mente se libere de todo lo que ha pasado en este día.

Salimos de la ducha entre besos y manoseos; dejo caer mi espalda desnuda en la cama y Aidan se me va encima besándome con ansias; me abre las piernas mientras muerde mi cuello.

Rasguño su espalda cuando muerde uno de mis pechos, deja marca cada que lo hacemos.

Baja los besos alrededor de mi cintura antes de explorar mi humedad con su lengua. Mi espalda se arquea y pierdo el control de mis jadeos, toma mis caderas con fuerza para evitar que pueda moverme, mientras presiona mi punto de placer una y otra vez.

Me hace llegar y antes de que pueda reaccionar lo tengo penetrándome de nuevo, se sube ambas piernas a los hombros soltando un gruñido.

Se siente muy bien pero es maltratante.

—Mía.

—Mío —expreso y me convierto en un manojo de risas por lo que dije, mientras trato de respirar por los empellones.

Él también se ríe y pierde el ritmo. Se detiene y...

—Te amo.

Sonrió dejando un corto beso en sus labios.

—Yo a ti.

¡Sí! Era un idiota, pero debo reconocer que ha cambiado muchísimo desde que está conmigo. «O al menos ha cambiado ante mis ojos».

Ya no me miente y tampoco me acosa en secreto.

Básicamente no respeta mi privacidad porque no se lo pido, porque la verdad es que hace todo lo que le pido.

Solo necesita cariño, yo se lo puedo dar y sé que se esfuerza por hacerme feliz... Por eso cumple mis caprichos. Porque solo quiere verme feliz.

Envuelve mi cuello con una mano, la sangre deja de fluir enviando descargas a mi punto G.

Fijo mi vista en el brazo que me toma con decisión, sin embargo no me hace daño. Las venas se le marcan y los labios húmedos y rosados frente a mí me invitan a besarlo.

Se corre saliendo de mí, siento su semen correr por mi hendidura y con la mano libre lo restriega en mi monte venus.

Se ve asqueroso... Pero es muy excitante.

Me acaricia con sus fluidos y los míos sin soltar mi cuello, mis caderas se mueven en busca de más, suelto quejidos e intento cerrar las piernas cuando el orgasmo me arrastra, él no se detiene y mi humedad le moja la mano, mientras mi orgasmo se alarga.

Mi mente se queda en blanco por segundos, mi cuerpo tiembla y no recibo señales de inteligencia. ¡Dios mío! «¿Sintieron eso? Porque yo sí».

Aidan me abraza y me sonríe, nos cubre a ambos con las sábanas.

—Mi Luna... Quiero que seas muy cuidadosa con las pastillas durante el celo, es un embarazo seguro si no nos cuidamos.

—¿En serio me dices eso después de haber hecho esto sin preservativo? —Le observo indignada.

—Bueno... Tomas la píldora ¿Cuál es el problema?

—Aidan, no son 100% efectivas.

—Pero ¿Acaso crees que tomas mierda? —rueda los ojos con molestia y toma distancia de mi cuerpo —Son pastillas creadas por los mejores galenos de nuestra manada.

Mate del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora