25: ¡Corre!

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Luz.

—Dejaré mi auto, saldremos por detrás —seguimos a Andrea tomando una salida, donde nos encontramos con un largo pasillo de luces amarillas y al fondo se el letro de verde fluorescente.n

—Nadie puede salir, son órdenes del alfa —Nos intercepta un señor lo suficientemente alto para parecer un poste y el cuerpo de un gorila.

Los nervios me dejan sin aire. «Dios mío, que no me atrape». Sé que no va a esperar a llegar a casa, me va a armar un desmadre aquí y es lo único que no quiero.

—Lo siento —murmura Anastasia antes de irse encima de aquel sujeto, no sé cómo lo logra pero, le envuelve las piernas en el cuello dejándolo sin aire, hasta que se desmaya en el suelo.

—¿Está muerto? —Deylin pregunta tan horrorizada como yo.

—No —Andrea responde por ella —Vamos.

Logramos salir y el aire frío me choca en las piernas, Ana se aleja y segundos después vuelve preocupada.

—Están rodeando el lugar, tendremos que atravesar el bosque —explica quitándose los tacones.

—Muy bien chicas, este es el plan. Correr en zigzag, tendremos que transformarnos Ana, tú te llevas a Luz y yo a Deylin. Mi hermano me va arrancar la cabeza si no la llevo sana a casa —empieza a desnudarse y yo la detallo atónita.

—¿Qué estás haciendo?

—Me gusta el vestido, no quiero que le pase nada —Se gira a mi amiga —Deylin, llévatelo.

—¡Debemos salir de aquí ahora! —Anastasia se desespera y no la pierdo de vista cuando se transforma en una loba de pelaje blanco.

«Dios mío, es hermosa».

—Síguela, y pase lo que pase, no dejes de correr —me ordena Andrea y asiento sin rechistar.

No me detengo a ver que hacen, solo corro detrás de la bestia que me guía, minutos donde los pies me duelen y decido quitarme los zapatos «Debí hacerlo antes».

Correr en zigzag hace todo más cansino y siento que mucho más largo, no pasa mucho cuando las ramas detrás de mí crujen, garras azotan el suelo y me convierto en un manojo de nervios y desespero.

Ana se detiene y ladea la cabeza, entiendo lo que intenta decir, por eso no dejo de correr. Apoya las garras en el suelo y gruñe en espera de los que vienen persiguiéndonos.

Corro como alma que lleva el diablo, me canso e intento trepar un árbol, pero es muy difícil y termino raspándome la rodilla y cayendo con mi espalda sobre una rama.

«Maldición, solo pido salir de esta».

Estoy asustada, es de noche y estoy en medio del bosque huyendo de no sé qué. Mi ataque de ansiedad está al borde del colapso y por más que lo intento no puedo estar tranquila, mis dedos están fríos y muerdo mis uñas intentando divisar algo o alguien. «Estoy perdida».

Las fuertes pisadas que se avecinan me hacen sentir un poco de alvio al pensar que podría ser Ana, pero...

Mi corazón se desboca al ver al lobo negro correr hacía a mí, sin poder evitarlo sigo corriendo y pego el grito en el aire cuando una de sus garras atrapa mi pierna haciéndome caer.

—¡Aidan, detente! ¡Me haces daño! —grito.

Me deja sobre la tierra subiendo sobre mí. Me gruñe en la cara y giro mi rostro por inercia presa del susto.

Vuelve a ser humano y mete la cara en mi cuello, su respiración pesada es algo que me abruma, porque sé que está enojado.

—¡MÍA!

Mate del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora