43: Luz.

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Deylin.

Me quedo estupefacta ante el momento, mi cuerpo no recibe órdenes de mi cerebro. Los nervios me hacen llorar y sin darme cuenta empiezo a retroceder.

—¡Deylin! ¡Espera! —salgo corriendo de la sala sin poder respirar «No puedo salvarlo; no sé cómo hacerlo».

Entro al invernadero, la multitud de estudiantes me atropella en la puerta y la gran sala me recibe con la sola presencia de las plantas, termino sentada en una de las sillas intentando callar mis sollozos.

«¿Qué voy a hacer?» Latisha está... En no sé dónde y yo nunca he salvado una vida.

Cometer un error me asusta, dejarle morir también. Ya fue mi culpa la desaparición de Luz, también lo será la muerte de mi alma gemela y yo me iré detrás de él.

La frustración me toma la cabeza haciéndome temblar las manos.

¨Finge valentía, hasta que la tengas¨.

«Puedo hacerlo».

Piensa Deylin, piensa.

Mis ojos se posan sobre las hojas de Musir, sin dudar me acerco y con sumo cuidado acaricio antes de quitar un par.

Me toma segundos encontrar flores de Liba y no me tiembla la mano creando la sustancia para la que he estado trabajando.

Detallo el líquido marrón en la botella... No es mucho y no me arriesgaré a que despierte sin poder transformarse.

Corro otra vez a la sala 7, en el área de emergencias y los pocos de mis colegas dan vueltas preocupados.

—Ya estoy aquí —aviso, me coloco la ropa de pabellón con rapidez y me acerco al lobo inconsciente en la camilla —Bien, mi amor... Ayúdame ¿Está bien?

—¿Ya lo sedamos? —La voz de uno de los chicos me hace negar —Tiene heridas abiertas, hay que sedar antes de rapar el pelaje, después sutura...

—¿Podrías callarte? —pregunto con molestía. Pongo el catéter en una de sus patas, conecto los cables al electrocardiógrafo y con una jeringa dejo toda la poción en la intravenosa... Los segundos me hacen tragar grueso cuando no hace nada, pero mi boca se abre con asombro al ver su cuerpo cambiar a uno humano.

«Está funcionando».

—Deylin ¿Qué hiciste? ¿Qué le diste? —interroga una de las chicas que tengo detrás y todos parecen preocupados con la situación.

—¡Usaste hojas de Musir! ¡Está prohibido! ¡Latisha...!

—¡Callénse! ¡Latisha me dió la tarea porque confía en mí! ¡Así que, por favor, les pido que solo hagan lo que les digo! —grito exasperada y mantienen el silencio por lo que sigo dando órdenes.

Mis esperanzas crecen cuando su pulso se normaliza.

Casi 2 horas después hemos terminado, solo me queda esperar que despierte, por lo que pido a los chicos que salgan y tomo una toalla húmeda para limpiar la suciedad de su cuerpo con cuidado.

Mis ojos no abandonan el rostro que aún estando inconsciente, tiene esa expresión de que detesta la vida... Porque así es Joel, dulce por dentró. Pero siempre tiene cara de querer matar a alguien; paso la toalla por sus pómulos y mi corazón da un brinco con la mano que retuerce mis muñecas.

—Deylin... —murmura y suaviza el agarre.

—Hola —sonrío.

—Hola —Me devuelve el gesto, antes de fruncir el ceño en señal de molestía —Tengo un fuerte ardor en el cuello.

Mate del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora