5: Ataque de ansiedad.

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Aidan.

La situación me enoja a tal punto de querer matar a alguien, su atención en otro lado desata una bestia dentro de mí que hasta hace poco no conocía.

«¿Por qué cojones tiene que ser así?».

No conoce a Andrea, sin embargo le habla con confianza y agrado. Pero yo, soy con quien está quedándose, su padre es mi amigo y además es mía. Aún así, conmigo no habla con tanta alegría.

«¿Qué es lo que le pasa? ¿Por qué carajo se ríe con ella?»

Llevo más de 10 minutos detrás de la pared escuchándola, apenas se fue no resistí tenerla lejos y como un perro faldero vine detrás.

—... Ni siquiera pareces de aquí, la gente hace reverencias y no puedes entrar a la cocina sin autorización del dueño de la casa. Tu no haces nada de eso, o al menos lo primero, porque supongo que esta es tu casa.

Luz habla como si explicara un tema de matemáticas, se escucha inteligente hasta para quejarse.

—Digamos que me gusta la vida al límite —Lo que la menor de los Glade dice hace que ambas estallen en una carcajada, a la que yo sencillamente no le veo gracia — ¿Y qué más? Vamos dime ahora, Luz

—También me llamas por mi nombre —Murmura lo último y se mete la comida a la boca.

—Pero, tu nombre es hermoso... —No permito una adulación más hacía ella y harto de estar como idiota me dejo a la vista de ambas féminas.

Las risas cesan y la conversación se corta creando el peor de los ambientes.

—Es hora de irnos —Aviso con seriedad sin mirarla.

—Hasta luego, Andrea —Luz abraza a la loba cotilla —Fue un placer y espero volver a verte.

—Digo lo mismo, sin duda.

Luz se acerca a mí en espera de que nos vayamos, pero yo me mantengo intacto en busca de la interesante acción por parte de la chica, cortos segundos pasan cuando se resigna entendiendo que no es algo que pueda evitar y termina haciendo una reverencia.

Luego de eso, no me despido ni aviso a nadie a la hora de irme, el camino es tedioso, ya que la castaña se hace la dormida, no pudiendo decirle que sabía que estaba despierta, porque puedo escuchar los latidos de su corazón.

Como cosa ¨Extraña¨, ella despertó justo cuando el auto se detuvo frente a la puerta, entramos en silencio y decidí tomar con calma el hecho de que no me hablara.

Marcus viene por el pasillo y su esposa detrás. La mujer abraza a su hija como si tuviera años sin verla.

Se parecen bastante, solo que ella tiene más edad de manera notable, las arrugas por enojo en la frente no son algo que pase desapercibido.

Mi Luna le sonríe con alegría y cuando dejan de abrazarse, Ariela Bonnet no pierde tiempo para hacerme una reverencia.

Su hija la observa con confusión, siento que cada día Luz se crea más dudas sobre este mundo y debo decirle lo que somos, lo que ella es y será antes de que sea tarde.

Luz.

Mamá y yo hablamos por un buen rato sobre su vuelo, luego, ella se fue a la habitación de papá y yo a la mía.

Apenas entré salté del susto con la mirada fija en la gran ventana.

«¡Maldición, olvidé cerrar las cortinas!».

Me acerqué con rapidez y de un lado a otro moví las largas telas con fuerza, casi a punto de terminar mi ojos captaron un gran cuerpo oscuro salir de los arbustos.

Mate del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora