40: Primer día.

22.5K 1.4K 61
                                    

Luz.

Para mi suerte el celo terminó.

Ya es viernes, otra vez y solo tengo el fin de semana para elegir en qué área estaré. Luego tomaré clases en el campo general durante tres meses; Deylin ya entró a Mixología Botánica, así que no estará conmigo.

Estoy desnuda bajo las sábanas, son las ocho de la mañana y Aidan no está. Me cubro bien los pechos cuando recibo una llamada grupal entre Andrea y Deylin.

—¡Ah! ¡Entraste y a las tres! —grita la chica de pelo corto.

—¡Sí! ¡Hola! —Les sonrío.

—Pensé que Andrea lo sabía —comenta Deylin.

—Olvidé decirle.

—¡Ay! Que importa... Ahora, dime que por favor ya elegiste una —pide sonriente.

—Mixología Botánica, claro está —Deylin sonríe orgullosa.

—Aún no elijo —aclaro para ambas.

—¡Estrategía es perfecta! Así tendremos cosas de que hablar —masculla Andrea

—Dijeron que podía elegir más de una.

—¡Excelente! Ambas entonces —la rizada decide.

—¿Ambas?

—¡Sí! —chillan al unísono.

—Creo que tengo que colgar —murmuro con sarcasmo.

—¡Ay! deja el drama, además aún tengo que contarles algo —Andrea le da vueltas a la cámara, después muestra una barra blanca que marca dos líneas.

Soy la primera en poner el grito en el aire y no dejo de sonreír sin creerme lo que tiene en las manos.

—¿Qué es? No la ví muy bien —Deylin se queja y ella vuelve a poner el aparato frente a la cámara —¿Es una prueba de embarazo?

—¡Sí! —asiente con efusividad —Pronto volveremos a Europa, para decirle a nuestras familias.

—¡Debemos organizar un baby shower!

—¿Quién está embarazada? —La voz de Joel se escucha de fondo.

La cara de Andrea se desencaja, Deylin cuelga para evitar al fisgón de su mate, la llamada queda en espera por un par de minutos y al ver que ninguna vuelve cuelgo yo también.

Me levanto con pereza, me ducho y bajo a la cocina; apenas entro Anastasia me intercepta.

—Dígame que eligió Licantropía Física —sonríe.

—Tú también —murmuro.

—Así yo podré ayudarla.

—O podrías entrar —suelto las ideas.

—Ya sabe que...

—Intentalo otra vez —abro la nevera, lo primero que mis ojos captan son uvas y tomo una metiendomela en la boca—Te prometo que esta vez, él no va a intervenir.

—Yo... ¿Está segura?

—Claro, todos los viernes hay pruebas.

—Pero, no podría. Ya estoy vieja —niega dejando una bandeja con comida frente a mí.

—Ana, ni siquiera has cumplido los dieciocho y un año menos no hace la diferencia. Recuerda: Nunca es tarde para empezar a hacer lo que quieres.

—Sí quiero —expresa nerviosa.

—¿Entonces, qué te detiene?

—Anastasia, respeta un poco y aléjate de la Luna —Johanna entra a la cocina y su hija rodando los ojos toma distancia.

Mate del alfa©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora