16✓ Cuarto elemento

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—¿Por qué?—Pregunté furiosa—Me mentiste, desgraciado.

Toda mi furia se veía reflejada en mi cabello que estaba empezando a encenderse, literalmente.

—¡Cálmate, por favor!—Salvador me gritó en un tono nervioso.

Estaba fuera de mi casa, había pasado un día desde que me enteré que Salvador había follado con Ferideh, que puto asco, como diablos me ocultó ese pequeño detalle, me sentía tan traicionada.

—Habla—Ya no tenía paciencia, tenía que hablar o iba a explotar calcinando todo a mi alrededor.—Estoy conteniendo las ganas de incinerar tu fósil cuerpo, Salvador, me siento demasiado traicionada. 

Salvador se sentó en mi porche, yo estaba en frente suyo aún de pie, no me iba a sentar, quería verlo de frente cuando confesara todo lo que había pasado.

—Fue cuando casi la envías al purgatorio—Mierda, recuerdo ese día como si fuese ayer, fue tan divertido.—Fui a visitarla y una cosa llegó a la otra.

Lo miré con odio, él me había ocultado todo, me estaba juzgando por acostarme con Simeón, cuando él hacía lo mismo con Ferideh. Qué hipócrita fue.

—¿Me juzgaste por hacerlo con Simeón y tu estabas haciendo lo mismo?—Pregunté.

Salvador asintió con cara de perrito, de repente pasó. Estallé en una carcajada monumental, él me miró con preocupación y duda al mismo tiempo, pero yo no me podía detener.

—¿Qué es tan gracioso?—Se levantó de donde estaba sentado acercándose a mi pero lo empujé lejos deteniendo mi risa.

Mi risa se desvaneció, limpié las lágrimas que habían salido y dirigí mi mirada a sus ojos café.

—Eres un maldito hipócrita—Solté con odio y Salvador se tensó—¡¿Como pudiste si quiera tener los huevos de gritarme que él me estaba usando, cuando ella estaba haciendo exactamente lo mismo!?

—¡Lo siento!—Se disculpó tomándose la cabeza con las dos manos—¡Quería protegerte de que te convirtieras en alguien como yo, alguien que se arrastra por una persona que no puede tener!

Mis ojos se nublaron gracias a las lagrimas que se acumularon, él me miró y se acercó a mi limpiando cada una de ellas que empezaba a salir.

—No puedo odiarte, no a ti—Susurré en su pecho.

Salvador me acarició la cabeza y dejó un beso en ella. Ambos habíamos sido unos malditos hipócritas.

—Te propongo un trato.—Me alejó un poco y de repente su calor me hizo falta.

—¿Qué?—Lo miré y limpié mi cara con mi abrigo.

—Vamos a alejarnos de ellos dos, te ayudaré en tu investigación, yo solo.

No, quería sacarlo de mi plan, él no podía estar involucrado.

—No.—Respondo de inmediato, Salvador me mira sorprendido—Ella tiene más cosas que decir, tengo que hacerla hablar.

—Basta de venganzas, Celeste, yo puedo ayudarte—Me miró, dudaba de lo que iba a decir—Le pediré ayuda a Austin.

Lo miré con el ceño fruncido, lo tomé de su camisa y lo acerqué a mi. Tan cerca que su aliento rozaba mis pestañas.

—No puedes contarle este plan a cualquiera, él me odia y sabes que si Abdon se entera de esto nos dejará en cenizas—Le susurré.

Salvador no se separó de mi, mi vista viajó a sus labios.

No, no, no. No puedo hacer esto. Negué con mi cabeza y miré tras Salvador; Austin estaba allí, escaneándonos, sentando en su porche. Separé con suavidad a Salvador y él se quedó callado un momento.

Después De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora