6✓ ¿Me odia?

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En multimedia Abdón.

—¿Es por él?—Me preguntó entre cerrando los ojos.

Hice una mueca.

—Demonios, no—Lo miré con desagrado.

Salvador me miró y levantó una ceja, obviamente no me creía.

—Quiero preguntarle a Ferideh unas cositas—Respondí tomando camino hacia el auto haciendo pequeños brinquitos.

Mi auto era un auto diferente, lo habían diseñado especialmente para mí, teniendo en cuenta que soy lava andante. Es un auto color cobre, convertible, me lo habían dado ya que según Abdón los de dominios naturales tenemos ciertos "privilegios".

Íbamos directo a donde se encontraba Ferideh, había convencido a Salvador de acompañarme; se había negado tantas veces, no quería ver a Ferideh en ese estado, tampoco quería aparecer allí de la nada, tuve que comprar su compañía con favores así que al final aceptó, aceptó porque lo dejaría subir a mi increíble auto.

Ventajas.

Yo no quería visitar a esa perra, solo quería saber cómo rayos se había enterado de lo que me pasó en vida. ¿Por qué sabía lo que me había ocurrido? ¿Por qué sabía que eso me afectaría? Tenía que averiguarlo, por mi cabeza pasaban tantas teorías, estaba hecha un lío y necesitaba con urgencia que ella aclarara ciertas cosas.

Puse mis gafas de sol; el camino al centro donde se encontraba Ferideh era bastante largo. Mi acompañante hablaba de temas chistosos mientras yo sonreía como estúpida ante sus ocurrencias, iba tan concentrada que no me di cuenta cuando alguien se atravesó.

Frené tan fuerte que Salvador quedó estampado en el parabrisas. El hombre se apresuró a caminar hacia nosotros y se asomó por mi ventana.

—¿Puedo ir?—Pregunta agitado.

Bajé mis gafas de sol al puente de mi nariz y levanté una ceja.

—Deja de acosarme—Presioné el acelerador y conduje.

La fría mirada de alguien me hizo detenerme de choque. Era increíble como llevábamos tan poco tiempo de hablarnos y lo conocía tan bien; Salvador y yo nos entendíamos demasiado, con solo una mirada ya sabía lo que él quería decir o hacerme entender, éramos tan similares que de repente nos reíamos de alguna estupidez, pronunciábamos la misma palabra o simplemente los silencios no nos hacían sentir incómodos.

—¿En serio?—Pregunté furiosa.

Salvador asintió.

Mierda.

—Está bien—Arrastré mis palabras con cansancio.

Saqué mi cabeza por la ventana, Austin aún seguía ahí parado en medio de la carretera, mirando hacía mi increíble auto.

¡Qué fastidio!

Le hice una señal para que viniera y empezó a caminar. A caminar lento.

Imbécil.

Hice sonar el claxon unos segundos hasta que escuché como la puerta de atrás intentaba abrirse.

¡Iba a llegar con dolor de cabeza por culpa de ese sonido!

—Es hacia arriba, genio—Le dije a Austin que intentaba abrir la puerta como si se tratara de un auto convencional, este solo me miró y lo hizo.

Las puertas de mi auto se abrían diferente, este imbécil iba a rayar el increíble color cobre de mi auto. Al estar ya en mi coche, Austin y Salvador hablaron de temas a los cuales no puse atención. Austin era bastante extraño.

Después De La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora