Los focos sobre mi rostro...
Los gritos y aplausos del público...
El sudor recorriendo mi frente...
Mi respiración aumentando el ritmo...
La pista terminándose al igual que el show...
Una sonrisa de oreja a oreja con el corazón al doble de velocidad habitual...
Mi mirada perdida entre rostros desconocidos que me gritan, alaban y admiran...
Una mano invisible recorriendo mi cuello y apretándolo poco a poco...
Mi agradecimiento a todos por estar allí dando su apoyo...
La incomodidad dentro de mi cabeza haciéndose cada vez más y más presentes...
El crecimiento del peso en mis parpados y el temblor de mis piernas...
El presentador exclamando mi nombre ante el público a modo de despedida luego de haberme dado la mano.
Escoltado por mi equipo rodeado de guardaespaldas por los pasillos de la televisora.
Sintiendo como la sonrisa plástica poco a poco se va borrando de mi rostro a cada paso que doy y sintiendo como las manos creadas por mi creatividad perturbada y maltratada me estrujan más y más.
Ignorando preguntas de paparazzis al salir y sonriendo nuevamente a diente pelado con el pulgar arriba mirando las cámaras con sus agobiantes flashes, siempre sin detenerme a contestar.
La puerta de mi limusina abierta por mis guardaespaldas y mi entrada en ella, en la cual no podía ver nada más que su preciosa decoración de cuero blanco, luces led en color azul y morado, sonido de última generación y una comodidad exorbitante, con el guiño de un par de los miles de demonios que tanto me han atosigado desde que pisé esta industria.
En definitiva, mi modus operandi, mi día a día, mi vida en general...
Me serví una copa hasta el tope y le di un trago amplio, apreciando la soledad en la limusina y sintiendo como su tenue sabor apagaba el incendio de mi interior, relajaba mis parpados, atenuaba el temblor de mis piernas, calmaba las voces en mi cabeza, reducía la presión en mis hombros y desajustaba las manos que tenía adheridas a mi cuello. Proseguí a abrir una caja de puros importados de quién sabe dónde, pues poco me importaba el origen de las cosas teniendo el poder monetario suficiente para solo disfrutarlas, encendí uno y le di una calada dejando un amargo en mi boca y exhalando los miles de problemas que mi cabeza tenía enumerados y los iba rebobinando uno a uno cuando no estaba haciendo música.
La vida se había vuelto simple, no fácil, solo simple. Podía ir a donde quisiera, comprar lo que quisiera, hacer lo que quisiera o esa era la teoría, la realidad era otra. Esclavizado a mi trabajo, a mi talento innato, pero en especial a la maldita fama, al maldito poder y a la maldita responsabilidad que reposaba todo su peso sobre mis hombros. Todo carecía de importancia mientras no fuese algún impedimento que me hiciera detener la producción.
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Demons Behind My Neck
RomanceEn una vida de lujos y fama mundial. Aryeh Allard, una superestrella de la música, debe enfrentarse a la peor cara de la industria, esos problemas que él apoda como: "Demonios". La presión, los compromisos, la poca privacidad y los vicios, son un p...