En una vida de lujos y fama mundial. Aryeh Allard, una superestrella de la música, debe enfrentarse a la peor cara de la industria, esos problemas que él apoda como: "Demonios".
La presión, los compromisos, la poca privacidad y los vicios, son un p...
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-Aryeh-
Encerrado entre lo que dice mi cabeza, lo que exige mi cuerpo y lo que necesita mi corazón...
Acarreé las fechas de concierto como pude y eso era dejándome llevar de la mano por ellos, con Natasha a mi lado, dándole un extraño matiz adicional a las cosas. Por primera vez en mi vida alguien estaba constantemente a mi lado en mis descensos aparte de Alexander que solo me regañaba y me aconsejaba hasta quedarse sin aliento al día siguiente después de haberme golpeado con todo tipo de sustancias. Ella estaba ahí para mí, para llenar cada rincón de mi cabeza como había prometido, para arrancar a Emma a la fuerza de mi subconsciente y plagarlo de esa bruma oscura en la que ambos nos veíamos arropados...
De vuelta en Los Angeles, después de haber "sobrevivido", volví con muchas ganas de encerrarme en el estudio y grabar como un enfermo y en efecto eso hice. Volví a reunirme con Giovanni en el que todo fue muy profesional, solo preguntó por el álbum, los progresos, se los mostré desde mi teléfono, le gustó y me fui. Así de simple. Por otra parte, Scott se mostraba más interactivo conmigo y yo hacía lo mismo en respuesta, estuvo viendo parte del proceso creativo varias veces lo que extrañó a Alexander y nos dio algún par de ideas útiles, después de todo él era representante de gente de un altísimo calibre, sobre todo en otros géneros. Al menos en el día, todo seguía en orden, pero por la noche, estaba amenazando con entrar al punto de no retorno una y otra vez como si fuese un péndulo yendo y viniendo con la cadena a punto de romperse. Yendo a fiestas, eventos de moda, incluso eventos deportivos y todo esto terminaba conmigo metido en la cama con Natasha, ambos bastante intoxicados, saboreando, disfrutando y complaciendo nuestros mutuos deseos carnales, ella con amor y yo... con excitación, por decir algo...
Se acercaba mi semana de vacaciones y no tenía planeado nada todavía, pues sabía que encontrar algo que hacer no sería problema. La sorpresa tocó mi puerta cuando de repente el sonido de mi teléfono me sacó de mi zona creativa en el sofá de mi casa.
-Hola... –saludó apenada, ya conocía esa voz tanto como si la estuviese viendo de mejillas coloradas-. ¿Estás ocupado?
-¿Qué clase de pregunta es esa? Para ti nunca. ¿Cómo está todo?
-Bastante bien, la verdad es que con la llamada te darás cuenta de a qué me refiero ¿y tú?
-Viviendo cosas bastante peculiares, como está llamada a las –separé el teléfono de mi oído para ver la hora-. Ocho y media de la noche un martes.
-Si no te complace la hora podemos hablar en otro momento –no pude evitar reírme.
-Por favor, no me hagas repetirme. Cuéntame ¿para qué quieres hablar con tu superestrella favorita? –su risa baja era algo que me encantaba porque siempre trataba de ocultarla, pero le era imposible.
Me contó todo y yo no podía sentirme más orgulloso, estaba a un paso de entablar algo que podría ser gigante.
-Eres implacable –reflexioné en voz alta como si ella no estuviese del otro lado del teléfono.
