Capítulo 29 - Tears In The Rain

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-Emma-

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-Emma-

Las lágrimas que recorrían mis mejillas, no eran más que un par de gotas comparadas a la lluvia dentro de mi alma...

La noche fue especialmente pesada, entre vueltas y pensamientos, al menos me ayudó el tener trabajo temprano en la tienda, marcando horarios, repasando las políticas de la empresa, jerarquizando a los empleados y dándoles las últimas indicaciones.

Una vez terminó mi hora de trabajo, recibí un mensaje suyo avisando que estaba afuera y al salir así era. Un deportivo de color blanco con detalles en negro estaba parado frente a las puertas de la tienda, sonreí sabiendo que ese era él. Lo vi bajarse del auto para abrazarme, besar mi mejilla y luego abrirme la puerta como era costumbre para él hacerlo.

-Me gusta tu cabello –comenté algo que quería decir desde ayer. Su melena estaba más alborotada y larga de lo que habitualmente se la dejaba.

-Apenas y me estoy acostumbrando a tenerlo así. No diré nada del tuyo porque sabes lo que pienso.

-¿Podrías pasar un minuto sin tratar de hacerme sonrojar? –pedí entre risas.

-No es mi culpa que seas tan fácil de apenar –justificó encogiéndose de hombros-. ¿Tienes el cuaderno allí? –negué con la cabeza-. Lo imaginé, vamos a otro lado antes de buscarlo.

-¿A dónde vamos? Por dios que no sea a un sitio formal porque mira como estoy –él no tenía miedo de entrar a restaurantes de lujo con el mínimo nivel de arreglo, pero a mí no me agradaba mucho la idea.

-Cálmate. Tú solo tendrás que bajarte y entregar esto, ¡no revises la bolsa por nada del mundo! –ordenó mientras me entregaba un papel con mi nombre. Poco después habíamos llegado a mi cafetería favorita-. El lugar donde hacen el mejor capuchino de California y lo digo sin haberlos probado todos –imitó mi voz con tono de burla para luego reír hasta ahogarse por mi reacción.

-Eres penoso imitando –aseguré virando los ojos y bajando a buscar el pedido.

Saludé a las Sandra y Teresa y solo con tenderles el papel se rieron entre ellas. Me entregaron una bolsa marrón grande y grapada, con bastante peso y dos vasos de capuchino grandes. Quise sacarles información y apretaban sus labios en señal de que no dirían nada. Suspiré y les di las gracias para dirigirme hacia el auto con las manos llenas, él ya estaba afuera de la puerta ayudándome con las cosas y luego nos montamos, podía notarlo con una prisa excesiva.

-No la abras todavía –indicó misterioso, yo lo miraba de ojos rasgados y no podía sacarle nada que no fuesen risas ya que no me dejaría abrirla y mucho menos me diría.

-Me estás asustando con todo el misterio. ¿Es una bomba? –pregunté en broma a lo que él se carcajeó.

-Sería lo ideal, así te amenazo para que nunca más te separes de mí –su comentario fue una broma un poco de mal gusto, pero que me alborotó por dentro, haciendo bombear mi corazón con celeridad y encendiendo mis mejillas, obligándome a mirar hacia la ventana para ocultar la vergüenza.

Demons Behind My NeckDonde viven las historias. Descúbrelo ahora